Frida Sofía Rosas, Mercadóloga Internacional / Presidenta del Capítulo Universitario UDelP COPARMEX / Líder coordinador de la revista "Más Iberoamérica"
En un mundo donde las narrativas artísticas suelen estar dominadas por los grandes mercados y las élites culturales, los creadores de los pueblos originarios han logrado abrirse paso a pesar de múltiples barreras. A lo largo de la historia han enfrentado obstáculos como la apropiación cultural, la falta de apoyo institucional y la marginación económica. Sin embargo, su talento y resiliencia han llevado sus obras a escenarios globales, desafiando estereotipos y reivindicando su derecho a ser protagonistas de su propia expresión artística.
Uno de los principales problemas que enfrentan estos artistas es la apropiación cultural. Durante años, grandes firmas de moda, diseñadores y artistas plásticos han tomado elementos de sus creaciones sin otorgarles el reconocimiento ni los beneficios económicos que merecen.
Tal es el caso de comunidades como los wixárikas y los zapotecos, cuyos diseños han sido replicados en la industria de la moda sin ninguna retribución. Mientras estas marcas venden productos inspirados en su arte por miles de dólares, los verdaderos creadores continúan en condiciones precarias. A pesar de esto, han encontrado formas de defender su legado, denunciando estos casos y exigiendo protección legal para sus creaciones, como la iniciativa en México que busca reconocer los derechos de propiedad intelectual de los pueblos originarios.
El acceso a oportunidades en el mundo del arte no es equitativo y para estos creadores las dificultades se multiplican. Muchas veces la falta de recursos económicos y la escasez de espacios para exhibir su trabajo limitan su crecimiento profesional. A diferencia de quienes tienen acceso a galerías prestigiosas y circuitos comerciales, los artistas de comunidades tradicionales deben enfrentar un mercado del arte que favorece a aquellos con conexiones en el mundo cultural y académico.
No obstante, han surgido iniciativas y plataformas digitales que les han permitido mostrar su trabajo sin necesidad de intermediarios, logrando reconocimiento internacional. Redes sociales, ferias de arte independientes y proyectos de financiamiento colectivo han sido claves para visibilizar su talento y vender sus obras directamente al público.
A pesar de la falta de apoyo, muchos creadores de pueblos originarios han consolidado su presencia en el escenario internacional. Sus obras han llegado a museos de renombre y bienales de arte, rompiendo con la percepción de que su expresión es solo una manifestación folclórica o artesanal. Más allá de la pintura y la escultura, disciplinas como la música, la danza y el cine también han sido espacios donde han triunfado. Desde documentales que narran la resistencia de sus comunidades hasta producciones musicales que fusionan lenguas originarias con géneros contemporáneos, su impacto ha sido profundo y significativo.
El éxito del arte de los pueblos originarios en el mundo es una prueba de que, a pesar de los obstáculos, la creatividad y la autenticidad encuentran su camino. Estas comunidades han demostrado que su expresión no es un vestigio del pasado, sino una manifestación viva de identidad y poderosa herramienta para generar conciencia sobre sus luchas y derechos. Frente a la apropiación cultural y la desigualdad, sus artistas no solo han defendido su legado, sino que han logrado transformar el arte en un vehículo de resistencia y cambio social.
Su historia es un recordatorio de que su cultura no necesita la validación de las grandes instituciones para ser valiosa; su verdadero valor radica en la autenticidad y en la fuerza de quienes la crean y preservan.