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Con la prohibición de las terapias de conversion se libera a México de las ataduras del conservadurismo y la ignorancia


Por Ricardo Arellano

Agresiones verbales, descargas eléctricas y hasta exorcismos son algunas de las prácticas inhumanas y degradantes que se realizan en las ECOSIG (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual o Identidad de Género).

Pareciera que México vive en la Edad Media con la realización de este tipo de prácticas. No existe un nivel de crueldad para catalogar esos mal llamados "esfuerzos". Simplemente es inaceptable ver hasta qué punto llega la ignorancia e ineptitud de aquellas personas y grupos que, a través de estas terapias, acaban con la identidad, personalidad e integridad de un ser humano.

En México, poco más del 36% de las personas de la diversidad sexual y de género declararon haber sufrido agresiones y ser llevados obligatoriamente a consulta médica, psicológica y a reuniones religiosas para "cambiar" su comportamiento.

De acuerdo con el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, las "terapias de conversión" se aplican en al menos 68 países, en la mayoría de los casos son promovidas por grupos religiosos o conservadores.

El pasado 11 de octubre se aprobó en la Cámara de Senadores una reforma al Código Penal Federal y a la Ley General de Salud con la que se prohíbe y sanciona las "terapias de conversión".

Se castigará hasta con seis años de prisión a quien realice, imparta, promueva o financie cualquier tipo de práctica cuya finalidad sea "corregir" la identidad sexual de una persona. Cabe mencionar que la sanción será doble cuando dichas conductas se apliquen en menores edad, adultos mayores o personas con discapacidad.

El dictamen menciona que todo aquel profesional de la salud que promueva o financie este tipo de terapias será suspendido de su ejercicio profesional hasta por tres años.

Si bien es cierto que el dictamen debe ser ratificado por la Cámara de Diputados, su aprobación en el Senado ha marcado un hecho histórico en la lucha social que por años ha llevado la comunidad LGBTIQ+.

Mención honorífica merecen la Ciudad de México y el Estado de México que desde 2020 prohibieron las "terapias de conversión" o "ECOSIG". Les siguieron Baja California Sur, Zacatecas, Yucatán, Colima, Jalisco, Baja California Norte, Puebla e Hidalgo. Hay que recordar que cada estado es autónomo y tiene la obligación de legislar el tema. Con su pronta aprobación en la Cámara de Diputados el camino será más ágil y positivo.

Las "terapias de conversión" no son "esfuerzos". Los verdaderos esfuerzos son aquellos que la comunidad LGBTIQ+ ha realizado por cambiar a un país en el que ha imperado el conservadurismo, la violencia y la incapacidad. La lucha por la tipificación de estas prácticas es por todas aquellas voces silenciadas y por todas aquellas luces opacadas por la oscuridad de la ignorancia.

A paso lento, pero seguro, México va sacando de la congeladora las deudas que desde hace años ha tenido con la Comunidad LGBTIQ+ y, pese al transcurso del tiempo, aún se puede construir un país incluyente.

Fuera del discurso religioso o psicológico, ser parte de la diversidad sexual y de género no es una enfermedad y, por lo tanto, no hay nada que curar, cambiar o corregir.


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