Luis Andrés Cano Silva
Universidad Autónoma del Estado de Morelos
Facultad de derecho y ciencias sociales
Licenciatura en ciencias políticas
En toda sociedad democrática los derechos político-electorales constituyen la base sobre la cual se sostiene la participación ciudadana. Estos derechos, que incluyen el sufragio activo y pasivo, la libertad de asociación y expresión, y el acceso a la información, no son solo herramientas legales, sino también pilares fundamentales que garantizan la inclusión, la representatividad y la legitimidad de los sistemas políticos.
En un mundo donde la desconfianza hacia las instituciones y la apatía política parecen crecer, es imperativo reafirmar la importancia de estos derechos y promover su ejercicio pleno y efectivo.
El derecho al voto, quizás el más emblemático de los derechos político-electorales, es la expresión clara de la soberanía popular. A través del sufragio, los ciudadanos tienen la capacidad de elegir a sus representantes y, por ende, de influir en las decisiones que afectan sus vidas. Sin embargo, este derecho no se limita a la emisión del voto; también implica la garantía de que las elecciones sean libres, justas y transparentes. Para ello, es esencial tener instituciones electorales sólidas e independientes capaces de generar confianza y credibilidad en los procesos democráticos.
Pero la participación ciudadana no se agota en el voto. Los derechos político-electorales incluyen la posibilidad de ser elegido, es decir, de postularse a cargos públicos y representar los intereses de la comunidad. Este derecho es crucial para asegurar la diversidad y pluralidad en los espacios de toma de decisiones. Sin embargo, en muchos países aún persisten barreras que dificultan el acceso de ciertos grupos, como las mujeres, los jóvenes o las minorías, a cargos de elección popular. Es necesario trabajar en eliminar estas barreras y promover la participación más inclusiva y equitativa.
Además, los derechos político-electorales están íntimamente ligados a la libertad de expresión y asociación. La posibilidad de manifestar opiniones, criticar a los gobernantes y formar partidos políticos o movimientos sociales es esencial para el funcionamiento de una democracia saludable. Estas libertades permiten que la ciudadanía no solo participe en procesos electorales, sino que también ejerza un control constante sobre quienes ostentan el poder. En este sentido, los medios de comunicación, las redes sociales y las organizaciones de la sociedad civil desempeñan un papel clave como vehículos de expresión y fiscalización.
No obstante, en la actualidad, estos derechos enfrentan desafíos significativos. Por un lado, la desinformación y las noticias falsas distorsionan el debate público y socavan la confianza en los procesos electorales. Por otro, en algunos países se observan intentos por restringir las libertades políticas, ya sea mediante leyes represivas, la criminalización de la protesta o el debilitamiento de las instituciones democráticas. Frente a estos retos es fundamental que los ciudadanos, las organizaciones y los gobiernos trabajen juntos para proteger y fortalecer los derechos político-electorales.
En conclusión, los derechos político-electorales son más que un conjunto de normas jurídicas; son la esencia misma de la democracia. Su ejercicio pleno y efectivo permite que la ciudadanía participe activamente en la construcción de su futuro, exija rendición de cuentas y contribuya al bien común.
En un momento en el que la democracia enfrenta desafíos globales, es más importante que nunca defender estos derechos y garantizar que todas las personas, sin distinción, puedan ejercerlos en condiciones de igualdad. Solo así podremos construir sociedades justas, inclusivas y participativas.