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Deuda Pública Mexicana: tendencia y reflexiones


Pedro Huet

La deuda pública ha sido un tema de discusión relevante dentro de la discusión política de las naciones. Sin embargo, tras el termino del periodo más crudo de la Pandemia de Coronavirus (2020 – 2021) y sus consecuencias económicas, la importancia del tema ha resurgido a nivel global.

La deuda pública, básicamente, consiste en el volumen de fondos que el gobierno de un país ha recibido y que tiene una obligación de pagar (usualmente, mediante la emisión de bonos o títulos). A niveles bajos, los gobiernos pueden pagar obras o proyectos públicos endeudándose sin incidentes, ya que los fondos empleados pueden ser pagados en el futuro y los programas de gobierno podrían recuperar éstos. Asimismo, es razonable que un gobierno utilice deuda para poder solventar los gastos imprevistos, cómo los daños provocados por el huracán Otis en Guerrero hace unos días, de manera ágil y poder cubrir todos los costos después de la crisis.

A niveles altos, sin embargo, ésta puede volverse en una trampa: al deber mucho, un gobierno tiene menos flexibilidad de pagar a sus múltiples acreedores. Una alta deuda también indica mayor riesgo en no poder pagarla en un futuro, reduciendo la disposición de los gobiernos de otros países y organismos internacionales de hacer nuevos préstamos. Finalmente, las autoridades monetarias de un país (usualmente los bancos centrales o reservas federales) tienden a responder al aumento de la deuda incrementando el volumen de la moneda del país para hacer pagos, lo cual provoca inflación. En las situaciones más graves, los países terminan incumpliendo sus deudas y sus economías tienen que enfrentar reestructuraciones complejas y que son muy cruentas para sus poblaciones, como en el caso de Alemania tras el fin de la 1ª Guerra Mundial; Rusia tras la caída de la Unión Soviética; o Venezuela tras el hundimiento de los precios de petróleo hace solo unos años.

En el caso mexicano, podemos ver que la deuda del país he llevado una tendencia variable. Desde finales del siglo pasado, la deuda pública de México parecía mantenerse estable al tener una magnitud de alrededor de 40% de las actividades económicas netas dentro del territorio. Sin embargo, durante la crisis económica de 2008 vimos un aumento ligero por encima de sus cifras tradicionales, y una aceleración brusca de 2013 a 2016, que culminó en cifras por encima de 50%. Aunque parecía que para finales de 2019 la deuda se había estabilizado, el inicio de la pandemia en 2020 lo volvió a acelerar a cerca de 60% del PIB, situación que actualmente ha comenzado a disminuir a niveles prepandemia.

En niveles generales, parece que el país tiene una deuda de tamaño moderado, la cual ha podido mantener hasta este día, aparentemente, sin muchas dificultades. Sin embargo, para construir un país más próspero en el futuro, es necesario reflexionar en qué manera actualmente se están gastando los fondos; tanto para poder entender el estado actual de las finanzas públicas en México, conocer sus fortalezas y poder pensar en qué manera podrían mejorar en el futuro.  

Si se busca sacar la máxima eficiencia al gasto público en el país, una de las prioridades sería comprobar que el gobierno está usando la deuda de forma productiva. Si el país está pidiendo fondos prestados para solventar programas sociales, se debe buscar que éstos sean productivos; que, al término de un periodo determinado de tiempo, que los beneficiarios directos (recipientes) e indirectos (sus comunidades) estén en una posición mejor y que ya no dependan de la ayuda. Si las autoridades quieren usar deuda para expandir el gasto mediante proyectos de obra pública o programas sociales, se debería compensar con sus ingresos; para evitar que la deuda crezca de forma descontrolada, se puede tratar de expandir la cantidad de actores que pagan impuestos (método básico de financiamiento de un gobierno), ya sea con mayor eficiencia administrativa en materia de hacienda (sistemas más robustos y precisos al procesar asuntos económicos) o buscando expandir el empleo formal (actores que pagan impuestos). Éstas son algunas de las propuestas que se tienen que plantear los representantes de los mexicanos en los próximos años para generar una mayor prosperidad entre las nuevas generaciones.


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