El arte y la cultura han sido fundamentales en la historia de México, desempeñan un papel importante en la identidad nacional, así como para el desarrollo de las y los mexicanos.
Tan es así, que, según el INEGI, en 2021 el Producto Interno Bruto del sector cultural fue de 3.0% respecto del PIB nacional, con un monto de 736 mil 725 millones de pesos. Las áreas que más destacaron fueron música, conciertos, artes escénicas, espectáculos y artesanías.
El sector de la cultura presentó un crecimiento de 7.5% en este año en comparación de los anteriores, además de que las actividades económicas que se derivan de este sector generaron 1 237 158 puestos de trabajo, lo que representó el 3.1% del total nacional.
Sin embargo, a pesar de la importancia social y económica que tienen las artes y la cultura en México, aún existen desafíos importantes en la dignificación del quehacer artístico cultural como profesión.
Con base en los datos que se plantearon al inicio de este texto, es necesario destacar la importancia de este sector en México. Las artes y la cultura son esenciales en la riqueza del país, además de que también han sido fuente de inspiración para muchas generaciones.
Son la base para la creación de obras literarias, musicales y artísticas que han sido reconocidas a nivel mundial; son nuestro orgullo como mexicanas y mexicanos.
A pesar de todo esto, en México aún falta reconocer a las artes y la cultura como una profesión. Muchas veces se considera a los artistas y agentes culturales como “aficionados” u “hobbistas”, o simplemente no se les toma en serio en su papel de prestadores de servicios profesionales.
Esto no solamente menosprecia este trabajo, ya que es una falta de respeto a su conocimiento, al tiempo y dinero invertido para adquirir dichas habilidades, sino que también dificulta su acceso a derechos laborales y sociales que, por legitimidad, todas y todos deberíamos de tener.
La falta de reconocimiento de este sector como una profesión conlleva a una serie de problemas: falta de acceso a seguridad social, desprotección legal y bajos salarios. Además, artistas y agentes culturales enfrentan explotación laboral, plagio de sus obras y la falta de regulación del mercado, entre otros grandes desafíos.
Quiero destacar que, desde mi experiencia y en lo personal, no encuentro diferencia alguna entre un médico, un abogado y un artista o agente cultural, porque los tres son imprescindibles para el desarrollo de una sociedad.
Es por esto que, para dignificar el quehacer artístico cultural como una profesión, considero necesario el enfoque multidisciplinario que involucre a la sociedad, el gobierno y, por supuesto, a los artistas y agentes culturales.
Para lograr este enfoque multidisciplinario es necesario que el gobierno reconozca la importancia de las artes y la cultura como una profesión, lo que puede lograrse mediante la creación de políticas públicas que promuevan el desarrollo de las artes y la cultura que contemplen la protección legal de los artistas y agentes culturales.
Asimismo, es importante que los promotores tengan acceso a programas de formación y capacitación en gestión cultural, derechos de autor y protección de obras, entre otras, a fin de mejorar su trabajo y aumentar la valoración social de su quehacer.
También es necesario fomentar el diálogo y colaboración entre artistas y agentes culturales, las instituciones involucradas en este tema, el gobierno y la sociedad, lo que permitiría una relación estrecha entre la producción cultural y la sociedad, con miras a crear mayor valoración y reconocimiento del trabajo artístico y cultural como una profesión.
Y, por último, pero no menos importante, es necesario establecer medidas de protección legal para los artistas y agentes culturales; esto incluye la regulación del mercado cultural y artístico, la protección de los derechos de autor y el combate a la explotación laboral.
En definitiva, la dignificación del quehacer artístico cultural como una profesión es un tema importante en el desarrollo cultural, social y económico de nuestro país, de nuestro México.
Nunca debemos de olvidar que la música, la cultura y las artes pueden cambiar al mundo porque pueden cambiar a las personas.
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