/ Pluralidad


news

El diablo… seguramente


Alfredo Díaz Román

 [El siguiente texto es una ácida e inescrupulosa carta que un personaje de un filme de Robert Bresson envía por conducto de Alfredo Díaz a la Revista Cámara, para que sea compartida con los ciudadanos mexicanos al respecto de las próximas elecciones presidenciales en México y la realidad de su participación ciudadana]

“Bonjour, amigo, o amiga, lo que sea que seas, o que hoy decidas ser. Bonjour. Mi nombre es Charles, protagonista del filme Le diable, probablement de 1977 del director Robert Bresson. Podría darte una breve sinopsis del filme, pero estoy agotado; no estoy muy seguro de qué, para ser completamente honesto contigo. Estoy muerto; al final del filme –y esto es un mega spoiler, por lo que te sugiero que vayas a ver el filme. No te preocupes, te espero. Tengo todo el tiempo del mundo en la eternidad… ¿Ya regresaste tan rápido?–, bueno, al final del filme le pido a un amigo que me dispare en la nuca porque yo no tuve el valor para hacerlo. Te arruiné la película, ¿a poco no? No fuiste a verla, lo sé, no te preocupes, no es tan importante. Nada es tan importante cuando lo piensas, ¿no? La esperanza de vida de una persona promedio en tu siglo y en tu país México es de, aproximadamente, unos 900 meses de vida. ¿Te has puesto a pensar lo que eso significa? Cada mes que pasa, ¡BAM! Un número menos. Yo estaba en mis veintes cuando mi amigo me voló la tapa de los sesos al no poder soportar mi realidad sociopolítica, lo que significaba que ya me había gastado alrededor de 240 o 280 meses de vida. ¿A ti cuánto te queda? ¿Te gusta tu sociedad? ¿Te gusta tu gobierno? ¿Te gusta tu vida?

“Lo siento, parece que vine solamente a deprimirte, y te preguntarás qué rayos tiene que ver esto con una carta dirigida a la Revista de la Cámara de Diputados. Bueno, déjame decirte que aun y estando muerto no he dejado de sufrir por el aparente sinsentido de la política, la religión, y el estúpido juego económico de tu mundo; sí, tu mundo, porque mío ya no lo es, gracias a Dios. Dios se apiadó de mí cuando dije que no creía posible que me fuera a condenar toda la eternidad por no haber comprendido lo incomprensible; desde ese punto de vista se ha portado très bien. Pero creo que es verdad eso de que en el pecado va la penitencia, pues desde que cancelé la suscripción a mi vida, no he hecho otra cosa sino preocuparme más por el devenir político, religioso, económico y existencial del mundo. ¿Y qué se le va a hacer? ¿No es como que pueda volver a matarme, o sí?

“Así es como en mi tiempo de ocio me asomé a tu país y dije merde ¿cómo pueden vivir así, amigos mexicanos? Porque, se dan cuenta, ¿o no? de cómo viven dormidos. Anestesiados. Embotados y sin filo. No hay nadie gritando en las calles en indignación por su farsa de debate, nadie enojado, nadie protestando, nadie organizando paros, boicots, nadie dejando de pagar sus impuestos, nadie exigiendo ni demandando lo que merecen este 2 de junio. Están todos bien sumisos, bien lindos, tragando de las migajas que les dan esos cínicos que están en el poder de su país. Porque esos no son hipócritas, ¡oh, no! Yo tuve que lidiar con hipócritas, con politiquillos que nos mentían con refinamiento. Pero ¿los de ustedes? ¡Ja! Los de ustedes les mienten en la cara. De verdad no logro comprenderlo. Bien lindos y sumisos que son. Y les encanta serlo. Les encanta mantenerse al margen de las discusiones, “Que alguien más lo haga; estamos cansados”. “No hay nada que hacer”. “Quien tiene el poder tiene el poder, y punto.” Y en el caso más osado de que sí les interese, dan su opinión, pero a medias, sin compromiso; híjole, no vayan a ofender a alguien, no los vayan a juzgar de radicales; ¿se imaginan eso? Adiós a su reputación, y todo el mundo sabe que la reputación, hoy en día, es lo más dificil de construir y lo más fácil de perder. No se contentan con quejarse sin hacer nada, sino que les encanta criticar a los que osan levantar la voz, porque nadie sabe hacer verdaderamente las cosas, salvo ustedes, pero ustedes no tienen tiempo, o están fatigados porque tienen muchísimo trabajo. “Si vieras mi Inbox todos los días, mi estimado.” Les encanta quejarse, les encanta hablar desde las trincheras de la comodidad, sin nunca hacer algo para cambiar las cosas, sin nunca bajar al lodo y caminar con los mismos zapatos de quien sufre que, chistosamente, son ustedes mismos.

“Pero basta, ¿quién soy yo?, un europeo ficticio cuya política es el rechazo de toda política, y además muerto; ¿quién soy yo para venir y decirte que algo no está muy bien con la manera en la que crees que estás participando en la política? Mejor hagamos como los actuales candidatos a la presidencia de tu país. Reciclemos las propuestas, reciclemos los ataques, camaleonicemos nuestros discursos para que lo único que cambie sean los colores y las caras: una redonda y falsa con raíces indígenas; otra alargada y repetitiva como villano de Disney; otro tenso e inseguro porque le dieron el lugar de honor al colado de la fiesta. En fin, que, para tranquilizar a la gente, sólo hay que negar los hechos.

“No. No me veas así. Yo estoy muerto. Esos simplemente son los candidatos que tú escogiste. No yo. Yo ni siquiera existo. Lo siento, pero no puedo sentir compasión por tu país; una sociedad tiene el gobierno que se merece.

“Veo a tu Xóchitl, con sus programitas sociales como Morena y Claudia, y me viene a la mente algo que dije en una ocasión: La caridad degrada tanto al donante como al destinatario. Obviamente aquí en el más allá me he dado cuenta que eso no es del todo cierto… pero tampoco es completamente falso. Regalar dinero. Pff. ¿Por qué mejor no regalar empleos y oportunidades? Pero no, basta, ya estoy cayendo en el lenguaje de tus politiquillos. Empleos, equidad entre hombres y mujeres, progreso de la nación, cero impunidad, acceso gratuito, justicia imparcial, seguridad para todos, bla bla bla Bla BLa ¡BLA! ¿Pero es que no te cansas de que te mientan en la cara? ¿Seguridad? Dime, amigo mexicano, ahorita, leyendo esto, dime: ¿te sientes seguro?... entonces ¿por qué no haces algo? Digo, salvo que, como yo, pienses que no hay esperanza.

“Me da coraje ver la propaganda a favor de que emitas tu voto este 2 de junio, y no porque no debas hacerlo, eso depende de ti. Me da coraje de que estés satisfecho en que esos sean tus opciones, esos tres avatares reemplazables. Me da mucho coraje, y yo estoy muerto, ni siquiera existo. Pero tú, ¿cuántos meses te quedan? ¿No quieres que sean buenos? Tal vez sientas que no hay opción, que es lo que hay, que es mejor que gane el mal menor, que, al fin y al cabo, mi vida ni va a cambiar [risa nerviosa en español]… pero dime, ¿qué es mejor? ¿que te mientan poquito, que te mientan mucho, o que te intenten mentir, pero se traben a la mitad? Soy un personaje ficticio que optó por apagar la luz en vez de luchar, por lo que no vengo a darte las armas necesarias para combatir, ni a darte respuestas sobre cómo deberían ser tus candidatos o tu sistema democrático; ni siquiera estoy aquí para regañarte. ¿De qué te regaño? ¿De que tus representantes sean clones de distintos colores impresos a 3D? A ellos no los puedes cambiar. Lo que sí puedo decirte es lo que a mí nadie me dijo durante esos 95 minutos que dura mi filme: tú puedes cambiar. Tú puedes organizar. Tú puedes gritar. Tú puedes escribir. Tú te puedes quejar con la audiencia correcta. Tú puedes ir con tus amigos y, en lugar de decirles “Hola, vengo a concientizar sobre lo importante que es tu voto y lo mucho que significa la partición de los jóvenes este 2024” que no significa nada en absoluto, les digas “¡Vamos, hagamos nosotros un cambio! Pero un cambio real. Un cambio radical, un cambio verdadero, que haga que se salgan las raíces por entre las banquetas”. Porque si nunca te has preguntado lo que es un ‘cambio real’, si nunca te has preguntado lo que significaría para tu país nuevos partidos políticos, nuevas instituciones, nuevos sistemas de gobierno, nuevos sistemas económicos, e incluso una nueva Constitución, –ni siquiera por mera curiosidad intelectual,– porque te da miedo ser tildado de revolucionario, sedicioso, idealista, utópico, desconectado de la realidad, comunista, izquierdista, fascista, entonces, te repito, mereces el dilema democrático en el que te encuentras. Porque echándole más leña al fuego, nunca se apagó Roma.

“Y bueno, adiós. Tengo que regresar a estar muerto. Suerte con tu disque sistema democrático. Espero haberte hecho enojar.

Con amor, Charles.

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor o de la autora. 


Notas relacionadas