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El poder genético


Rodrigo Rodríguez Cortés

Alumno de la Facultad de Derecho de la UNAM


En los últimos años la humanidad ha sido protagonista de diversos cambios sociales, culturales y tecnológicos. Hace veinte años quién hubiera pensando que tendríamos la tecnología que hoy poseemos, o que llevaríamos demasiado lejos lo que sabemos sobre biología y de ingeniería genética, a tal grado que los científicos han realizado experimentos en donde no solo han modificado los códigos genéticos de un organismo, sino que también han logrado la clonación e incluso la “resucitación” de animales extintos. 

El primer animal modificado genéticamente fue un ratón, en 1974, trabajo de los biólogos Rudolf Jaenisch y Beatrice Mintz, quienes inyectaron ADN del Papovirus SV-40 en algunos ratones con el objetivo de observar su reacción a la incorporación de dicho virus en sus organismos.

Este caso fue un importante antecedente dentro de la medicina, ya que se pudo estudiar las enfermedades humanas de una manera controlada en un laboratorio; años más tarde se siguieron utilizando ratones transgénicos para estudiar enfermedades como el Alzheimer, el alcoholismo, la depresión.

En 1992 se creó el primer alimento transgénico, el tomate Flavr Savr. Su característica principal era que poseía un tiempo más largo de maduración, lo que permitía que se mantuviera en buen estado en comparación de un tomate convencional. Esto suponía una gran ventaja en la industria alimentaria porque se podían recolectar los tomates ya maduros y con un mejor sabor.

Fue hasta 1996 cuando un grupo de investigadores del Instituto Roslin, en Escocia, clonaron al primer mamífero, tratándose de un cordero cuyo nombre era Dolly. Este experimento tuvo impacto internacional dado lo imposible que parecía y más cuando dicho cordero fue capaz de tener seis crías, no obstante, solamente vivió seis años, es decir la mitad de la esperanza de vida de una oveja ordinaria.

Este acontecimiento provocó un gran debate dentro de la sociedad y de la comunidad científica. Generó que la UNESCO tuviera que crear la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos, que establecía la prohibición de la clonación en seres humanos.

Ahora bien, quiero hacer mención del libro “Jurassic Park”, del autor estadounidense Michael Crichton, el cual trata sobre un parque de dinosaurios en la ficticia Isla Nublar, que es visitada por varios personajes, entre ellos Alan Grant, Ellie Sattler, Ian Malcom. El parque tiene como principal atracción la exhibición de criaturas prehistóricas.

A lo largo de la novela se menciona que los científicos de este parque clonan a estos animales gracias al ADN de dinosaurios extraído de los mosquitos que quedaron atrapados en el ámbar de hace millones de años, aunque también se dice que para crear a los dinosaurios usaron el ADN de otros animales, especialmente reptiles, ya que el código genético tenía algunos vacíos.

Conforme avanza la novela el parque resulta ser un rotundo fracaso, provocando diferentes accidentes. Pero por qué hago mención de este libro, la respuesta es que esta novela sirve de crítica a la manipulación genética, y en especial porque los científicos han roto con algunas barreras de la naturaleza, y es que la novela guarda cierta similitud con el caso de la oveja Dolly, a pesar de que crearon buenos ejemplares, éstos no duraron mucho en vida o mostraron ciertas complicaciones de salud a largo plazo.

Un caso reciente sobre manipulación genética fue el de la empresa estadounidense Colossal, que creó ratones con algunos genes de un mamut lanudo, dando origen a diversas variantes genéticas de los mamuts, teniendo como objetivo el regresar a la vida a animales extintos.

Analistas señalan posibles impactos en el ecosistema, debido a que se están trayendo especímenes que son ajenos a este tiempo, y que seguramente no podrán adaptarse a nuestro medio ambiente actual.

Para finalizar, cito un fragmento del mencionado libro:

“La ciencia, al igual que otros sistemas pasados de moda, se destruye a sí misma. A medida que gana poder, se demuestra incapaz de manejar ese poder. Porque ahora las cosas van demasiado deprisa. Hace cincuenta años, todo el mundo estaba como loco con eso de la bomba atómica. Eso era poder. Nadie podía imaginarse algo más. Sin embargo, apenas una década después de la bomba empezamos a tener poder genético. Y el poder genético es, con mucho, más potente que el atómico”.

-Dr. Ian Malcom (Jurassic Park)


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