“Cuando se crea algo, existe una base que vincula muy fuerte al creador y su creación; esa base se llama confianza”.
Respondiendo a la última pregunta que te hice en mi artículo anterior, es un rotundo ´´NO´´. Y te explico: lamentablemente, hoy en día se tiene alta desconfianza ciudadana en las instituciones que están para mantener ese orden y paz de los que te hablé con anterioridad, sin importar el tipo de instituciones gubernamentales (centralizadas, descentralizadas o autónomas constitucionales), y este hecho es debido, en palabras de Rubio (2009), a que el sistema político mexicano no ha podido sustentar las necesidades de su población desde el hecho histórico de la transición.
Esto, a mi consideración, se debe a que el elemento de la autoridad está materializada por el ser humano, y éste, por naturaleza, es imperfecto, necesita estar aprendiendo constantemente. Un ejemplo de ello lo podemos encontrar en la situación política que tenía México después de su Independencia, donde uno de los actores principales en la actualidad que permiten acceder al poder, los partidos, no fueron mencionados hasta el año 1963 porque no existía un sistema electoral que permitiera ejercer la soberanía de su población, creando así la formación de una organización autoritaria que acabaría en una dictadura de poco más de 70 años.
Pero, ¿por qué?, y la respuesta está en la falta de experiencia, la gente de México no sabía hacer política, todo estaba bajo el control del virreinato, había pocas oportunidades de aprender, de saber cómo manejar un país, y cuando México se independiza entra en un trance que le costó hasta cien años para crear su propio sistema.
Entonces, si nuestro sistema no está funcionando ¿crees que México esté saliendo de un nuevo trance? La respuesta es sí.
La historia se está repitiendo, si México tardó aproximadamente cien años en fundamentar un buen sistema después de un hecho que marcó la historia de nuestro país (la Independencia), hoy en día apenas llevamos veinte años de haber vivido la transición (otro hecho que ha marcado la historia de nuestra nación), una transición más democrática que al régimen presidencialista en el que vivíamos, considerados por muchos una dictadura perfecta.
Antes de continuar defino lo que es un régimen, que en palabras de Adrián Gimate-Welsh H., (2010) son las reglas aceptadas por los actores políticos que han desarrollado su propio sistema. Ahora imagínate que después de setenta años lleguen nuevos actores que van a administrar el poder de una manera muy distinta a la que ya estábamos acostumbrados, a la de una estructura autoritaria, agrégale que la política siempre será la lucha por el poder, donde la –avaricia- llega a ser a veces inherente al hombre. Así que ahora el nuevo partido buscaría concentrar el poder, esto es debido a que lo único que han aprendido bien durante todo este tiempo del sistema es que dicho ente (poder ) tiene muchos beneficios, haciendo que se desvíe de los intereses colectivos por los cuales había sido seleccionado por la ciudadanía, dando luz a actos de corrupción, mediocridad, impunidad y a persecución de interés privados que ya no representan las necesidades del pueblo, sino de una élite que lucha por el poder. Ahora son ellos los que manchan, corrompen y destruyen a la autoridad, creando así esa desconfianza ciudadana en nuestro sistema que hemos creado.
Así que queda claro que la inexperiencia de gobernar de los nuevos dirigentes de este gran barco en el año 2000, donde la nación pasó por fin a un sistema nuevo, fue la causa que en la actualidad nuestro sistema político no ha podido sustentar las necesidades de su población desde la llegada de estos nuevos actores al mando, y esto es debido a que los actores no tenían las reglas claras, reglas de un nuevo régimen más democrático, debilitándolos institucionalmente, aparte de la famosa avaricia de la que ya hablé en renglones anteriores, ya que también a la llegada del PAN al poder, como menciona Adrián GimateWelsh H., (2010) se crearon entes malignos (los medios de comunicación) que querían seguir manteniendo sus privilegios adquiridos durante el régimen presidencialista, haciendo injerencia indebida en el sistema político mexicano.
Llegó el momento de reflexión: si la génesis de la desconfianza ciudadana viene de un sistema político fallido, eso significa que ¿nuestro Estado sigue mal estructurado?, ¿qué podemos hacer por nuestro sistema?, ¿cómo podemos establecer un sistema tan fuerte que tenga la capacidad de gobernarse sin importar los cambios de gobierno?
Y mi penúltima y única pregunta del día que será contestada, para poder dar inicio a mi próximo artículo: ¿Existe algún antídoto que nos ayude a combatir estos cambios? En respuesta a esto último, es un sí, el populismo. Ahora, ¿crees que México esté viviendo actualmente en un régimen populista?
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