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Fiesta por la vida


Maikel Ansted Hoffmann

El sábado 29 de abril, en punto de las 10:30 AM, miles de jóvenes, adultos y familias completas se reunieron en el Monumento a la Revolución para marchar y celebrar la vida gritando consignas para defender el derecho más importante e inherente al ser humano y que sin este derecho los demás no tendrían sentido: la vida.

Según los reportes de las organizaciones que coordinaron el evento, se reunieron aproximadamente 25 mil personas para defender la vida del ser humano en el vientre y, por supuesto, la de la madre. Agradezco y felicito a todas esas personas que fueron; físicamente no pude ir por mis obligaciones laborales, pero también me di cuenta que en redes sociales fuimos la “Marea Celeste”.

En el 2021, junto con el Frente Nacional por la Familia, tuve la oportunidad de dar un mensaje a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que retomo en los siguientes párrafos.

-INICIO DEL MENSAJE A LA SCJN, MAIKEL ANSTED HOFFMANN. SEP.2021-
Aborto, del latín abortus, contrario a nacer, es la terminación del desarrollo de la vida humana durante el embarazo, hipócritamente llamado “Interrupción legal del embarazo”, cosa más falsa porque no se puede reanudar la vida después del asesinato.

¿Es correcto matar una vida humana para resolver un problema? ¿Es correcto contratar a un sicario para resolver un problema? Son preguntas que debemos reflexionar.

Los médicos, por ética, deben hacer el juramento hipocrático, que sí, ha ido cambiando a lo largo de su historia, pero que en síntesis contiene el deber y obligación de defender la vida hasta la muerte natural.

Así es, la ciencia siempre debe estar al servicio del ser humano, los médicos tienen el deber de defender la vida y la salud de las personas. ¿La vida de una persona de 80 años vale más que la de un niño de cinco años? Por supuesto que no, se encuentran en una etapa de desarrollo del ser humano diferente, pero vale lo mismo, simplemente por el hecho de existir y ser persona. Lo mismo pasa en la vida que lleva la madre en su vientre, que, aclaro, ¡es otro ser humano! Esto lo podemos entender simplemente por el hecho que tiene un ADN completamente diferente al de la madre y al de cualquier otro ser humano en el mundo.

¡Que egoístas somos los seres humanos! Queremos asesinar porque no queremos salir de nuestra zona de confort, porque a simple vista no somos capaces de solventar la vida que llevamos dentro o por otras razones que son eso, ¡razones egoístas! Pero que absurdo, acaso cuando en la escuela no entendemos algo o reprobamos un examen, ¿se acaba nuestra vida escolar, o los profesores nos borran del sistema? ¡NO!

El aborto es lo contrario de la dignificación de la mujer, debemos entender eso.
Es interesante que estemos aquí peleando por un derecho humano, ¡señores, vamos a las raíces de los problemas! Cuando los encargados de salvaguardar los derechos no atacan de raíz las causas de un problema, pueden incentivarlo. Las causas del aborto pueden ser diversas, pero la hipocresía de interrupción del embarazo es, de por sí, un problema grave al no confrontar sus causas verdaderas.

Independientemente de la aberración de abortar, si se considera legal o no el asesinar, a la salud pública le compete trabajar sobre todo por la prevención.

El aborto es una acción egoísta en la que no terminan los problemas, al contrario, se inician otros mayores, como degradar la dignidad del ser humano a una cosa, o enfermedades o trastornos mentales después de haber abortado (asesinado).

La fecundación no es una simple unión o mezcla de gametos, sino un proceso complejo de la maravilla y el milagro de la vida, de la naturaleza, todo esto da como resultado la constitución de una nueva célula con fenotipo cigoto, que es el inicio de un nuevo ser humano.

Me permitiré citar al gran doctor Carlos Llano Cifuentes, filósofo, empresario, profesor y escritor. Una de las figuras más importantes de la intelectualidad mexicana de la segunda mitad del siglo XX, además de ser uno de los impulsores de la Universidad Panamericana y del IPADE.

“Los promotores del aborto apelan a la circunstancia de que no debe defenderse el embrión con preferencia a la defensa de la madre. Aquí se da un error, no biológico, sino sociológico, pues la especie humana posee individuos con capacidades diferentes, pero la solidaridad que desprende del pacto social nos obliga a suplir las desigualdades naturales mediante un claro apoyo civil.

Nadie perdonaría a un ciudadano que procura por sí, poniéndose en primer lugar antes que a las mujeres, ancianos y niños. Con este razonamiento sería la sociedad, incluyendo por supuesto a la madre, quien debería promover la vida más que el desprotegido, en este caso el nasciturus, en lugar de despenalizar e incluso subsidiar su muerte.

[…]

El propio Rousseau nos dice que no hay individuos que puedan vivir sin el auxilio de sus congéneres. Esta afirmación, que pondera claramente los actuales problemas de la ecología, fue ya advertida por Aristóteles cuando dijo que solo un dios o una bestia pueden vivir sin sociedad.”

-FIN DEL MENSAJE A LA SCJN, MAIKEL ANSTED HOFFMANN. SEP.2021-
¡Defendamos la vida, que es lo más digno de la persona humana!

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor o de la autora.


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