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Georgia: Ley y Geopolítica


Daniela Lugo. / Internacionalista por parte de la Universidad Anáhuac México.

En medio de la invasión a Ucrania y, con ella, los cambios geopolíticos, Georgia rechazó la ley “Transparencia de la influencia extranjera” por su parentesco a una promulgada en Rusia en 2012 que da paso a la supresión de la disidencia en el país.

El 7 de marzo, los legisladores de Sueño Georgiano, en coalición con los diputados de Fuerza del Pueblo aprobaron esta norma para las organizaciones no gubernamentales financiadas por el extranjero desde un 20%. Miles de georgianos marcharon para pronunciarse en contra de la propuesta legislativa afuera del Parlamento, por lo que el día 9 el proyecto fue revocado, acción vista como una revolución de color que expulsa cualquier medida autoritaria, en este caso, acusada de venir del Kremlin.

Primeramente, dado que el partido gobernante, Sueño Georgiano, tiene la mitad de los escaños en la Cámara Baja, más nueve de aquellos aliados de Fuerza del Pueblo, la ley pudo ser aprobada. El resultado contó con 76 votos a favor y 13 en contra, a lo que continuaron críticas de la Unión Europea (UE) al igual que de Estados Unidos.

La UE calificó este proyecto legislativo como un retraso para el país. Esto debido a la incompatibilidad de los valores y normas promovidas por este bloque si Georgia quisiera ser parte de los 27. A esto se sumó la declaración del vocero del Departamento de Estado estadounidense, Ned Price, al explicar que el pueblo georgiano merece un país libre. De ahí que se haya exacerbado la polémica alrededor de esta propuesta.

De esta manera, la divergencia entre la oposición y el partido gobernante también mostró el lado en el que el primer ministro, Irakli Garibashvili, y la presidenta, Salomé Zurabishvili, se encuentran. Al momento de la aprobación de la ley, el jefe de Gobierno refrendó su apoyo a la nueva norma y a sus promotores. Incluso criticó las opiniones internacionales por confrontarlo con Rusia y declaró que la nación pertenece a los patriotas, no a los extranjeros.

Tales discursos fueron contrarios a los de la jefa de Gobierno, dado que ella calificó el proyecto como violación a la Constitución, un obstáculo para el futuro del país en alineación con Occidente. A diferencia del mandatario, ella aplaudió las protestas. 

Por un lado, las narrativas de los frentes juegan un papel importante en la exacerbación de tensiones, así como en los efectos que éstas tienen al interior de Georgia. Las declaraciones de Rusia permiten ver la línea roja que continúa por pintar a Occidente dentro de su zona de influencia al señalar que los discursos de Estados Unidos y sus aliados se componen de un elemento “anti-ruso” que resulta en manifestaciones violentas que Vladimir Putin calificó como intentos golpistas.

Incluso, el apoyo de la presidenta fue denominado como la “mano visible” por el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ya que sugiere la injerencia de Washington en asuntos internos.

Por otro lado, en respuesta a lo que Moscú describió como un intento de golpe de Estado, Washington consideró las protestas como parte de un plan de acción de defensa democrática. Dados los vínculos culturales que Rusia puede considerar hacia Georgia al igual que la sorpresiva invasión que ejecutó el año pasado a Ucrania, Estados Unidos cree probable una injerencia rusa en la política doméstica georgiana.

Al considerar que Tiflis es un país exsoviético, la Casa Blanca continuará por apoyar aquellas demostraciones en favor de los valores de la libertad, democracia y prosperidad. De ahí que ponga como premisa la ejecución de reformas en materia política para asegurar un futuro europeo para la nación. Objetivo que se estima amenazado por la presunta inclinación que el partido Sueño Georgiano tiene hacia el Kremlin.

Asimismo, aunque ésta puede ser una medida agresiva para ONG y medios de comunicación extranjeros, vale la pena analizar el otro lado de la moneda. En un escenario global donde la hegemonía de Estados Unidos se degrada, China emerge como potencia y hay un desabasto energético, los frentes se ven obligados a colocar fichas en el tablero geopolítico.

En su totalidad, no se trata de los valores antidemocráticos que contiene la nueva ley, sino de la reconfiguración en el sistema internacional que resulta de las condiciones globales estalladas por la invasión a Ucrania. Con esto se puede ver que las declaraciones de ambos frentes con respecto a la nueva ley tan solo apelan a los intereses nacionales de cada Estado.

No obstante, y con respecto a la política doméstica de Georgia, es explicable que los ciudadanos se manifiesten en las calles si anhelan ser parte de la UE. Las ideas compartidas con Estados Unidos en conjunto con sus aliados en Europa son, en buena medida, elementos para exigir un cambio de régimen que les permita alinearse hacia los planes de Occidente, lo que conlleva a deslindarse de un pasado exsoviético que, según considera la mayoría de los georgianos, causó estragos en la población.

Esto en respuesta a la política exterior de Moscú que pretende recuperar el protagonismo en la arena global a través de la consolidación de relaciones con naciones exsoviéticas. Un plan que amenaza los intereses nacionales Tiflis, entre ellos, su seguridad.

Por esta razón, las protestas del 8 de marzo se consideran como una revolución de color como la Revolución de las Rosas del 2003 en la que Georgia abogó por un gobierno pro-occidental. En ese entonces se mostró por primera vez el deseo del país por alejarse de Rusia. Ahora, y con recuerdos de la guerra del 2008 por el control de Osetia del Sur y Abjasia, Tiflis vuelve a rechazar un gobierno pro-ruso.

Finalmente, estas movilizaciones señalan la voluntad social por hacer a Georgia parte de Europa Occidental, a tal grado de no solo ser miembro de la UE, sino de la OTAN, sobre todo en vista de la invasión a Ucrania. Los georgianos declararon que se mantendrán alerta a cualquier cambio que amenace la democracia. La revocación de “agentes extranjeros”, en medio de la construcción de una nueva geopolítica, deja claro que Tiflis toma partido por Occidente.

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor o de la autora. 

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