Herramientas para la nueva juventud mexicana
Por Raúl Alejandro Villafuerte Espinoza / UNACH. Licenciatura en Derecho
Partiendo desde un razonamiento lógico, es un error englobar a todo el grupo poblacional considerado como “juventud”, determinado por la edad biológica de los individuos, aplicado al concepto puramente etimológico y/o legal, para fines de política pública, idealizarlo como si se tratase de una misma masa amorfa.
Siendo más analíticos, si partimos de lo general a lo particular, encontramos distintas sub generaciones dentro del grupo considerado sencillamente como “juventud” y englobado erróneamente como un solo grupo para fines de justificación política.
Ahora bien, en materia de política pública, al considerar a la juventud como un todo de lo mismo, supone automáticamente que a este grupo poblacional se le añade en lo general, vislumbrado en consecuencia que para la aplicación y desarrollo de estas prácticas gubernamentales se le juzgue como un grupo carente de personalidad propia dentro de cada sub generación existente. Esto no ha permitido focalizarlo en rangos de edad específica para aplicarlo netamente en acciones específicas que tengan como impacto el desarrollo del joven en edades similares promedio en su desarrollo diario, respecto a sus valores sociales, económicos, morales y espirituales.
Ante el reto del Estado por encaminar el desarrollo humano ideal que debería prever para con los jóvenes, principalmente durante su etapa de adolescencia, en brindar herramientas de alto valor para afrontar sus necesidades y adversidades, nacen inmediatamente interrogantes respecto de temas como el libre desarrollo de la personalidad de las sub generaciones, frente a las coyunturas externas como son: la era de la información excesiva, de las fake news en redes sociales en la era de la pos verdad, del eminente desarrollo tecnológico y del evidente “retroceso” educativo que tras la pandemia de COVID-19 ha dejado a este grupo.
Es en gran parte que por los citados factores ahora se comente popularmente como una forma de retórica humorística mexicana, divulgado en “meme”, se compare las dificultades que vivían entonces, los ahora adultos jóvenes y aquellos no tan jóvenes en su tiempo, respecto de los problemas personales y sociales que, a pesar de considerarlos como un reto, eran relativamente “fáciles” de resolver, pero que actualmente los adolescentes de ahora, se desmoralizan, se desmotivan y se rinden fácilmente frente a esas situaciones. Es por ello que se alude a estas sub generaciones como “generación de cristal”.
Entonces ¿debería hacer o cambiar algo el Estado en sus políticas públicas para incentivar a las juventudes? ¿o los mismos jóvenes deben salir adelante? Frente a estas interrogantes es necesario plantear soluciones inteligentes que den respuesta a estas generaciones y a las venideras. Así también, hemos señalado las circunstancias que afrontan a diario estas generaciones y del error de la política pública generalizadora en materia de juventud.
Ante el debate de que si se hacen correctamente o no la cosas, en este apartado proponemos herramientas para la nueva juventud. Consisten en recurrir necesariamente a la sabiduría clásica enseñada por los grandes maestros y filósofos de la historia que nos han legado en sus destacadas obras a las sociedades contemporáneas.
Primeramente, comenzamos con el discernimiento, una valiosa herramienta enseñada y desarrollada a fondo por maestros como Jesucristo, Santo Tomás de Aquino, Kant, Chuang Tse, Confucio. Es la virtud que se desarrolla y perfecciona para distinguir una cosa de la otra, a pesar de su similitud o especie. Nos sirve para hacer un juicio lógico moral de la persona frente al crecimiento exacerbado de conductas antisociales.
En segundo lugar, el escepticismo como la filosofía de vida para no creer en todo y en todos. Por ejemplo, al escuchar un falso discurso o argumento difundido como verídico, de igual forma la noticia falsa del momento y su divulgación masiva en la creencia aceptada por las masas y para el caso de su confirmación o negación que es dada posteriormente en los medios tradicionales de comunicación. Al desarrollar el escepticismo en la sociedad se evitarían fraudes, engaños masivos y miedos innecesarios, que en su mayoría son difundidos por jóvenes.
Zenón, Séneca y Aristóteles, maestros de la corriente filosófica del estoicismo, resumida como la actitud de mantenerse serenos frente a la tormenta, es ahora contrastada, por ejemplo, en la falta de aprobación social de un individuo en redes sociales o mantenerse sujeto al estándar de belleza impuesto colectivamente, que ha dado como resultado los altos números de depresión en adolescentes, lo que representa un evidente problema en materia de salud pública. Ser estoico crea un auto valor humano personal, visto como el amor propio de la persona que no está sujeta a las críticas por fuertes que éstas sean.
Es así que, con estas corrientes del pensamiento clásico, las nuevas generaciones deben aprovechar su momento para transformar su realidad aplicándolas a la vida diaria y abrirse a la participación pública, aceptar la pluralidad, la crítica, exigir derechos, así como ser partícipes de deberes, obligaciones y, en consecuencia, al cabal cumplimiento de la ley, para la construcción social de mejores instituciones.
Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor o de la autora.
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