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La afirmación de 1830: “Ya no estás aquí por derecho divino, estás aquí por la voluntad del pueblo”


Cano Silva Luis Andrés / Licenciatura en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales

De modo heroico, se ha ironizado la cuantía de la cual penden varias asimilaciones en lo referente al decreto o estatuto que da ordenamiento decisivamente entre las leyes que rigen al orden riguroso y rígido, a pesar de ello, no hace faltar mencionar, todas las disposiciones que podemos encontrar en lo que se reglamenta respectivamente hacia las sentencias estipuladas en los veredictos y resoluciones que se han promulgado con el pasar del tiempo en el encargo político de la mejora normativa.

A un lado, independientemente del cambio de fractura que supuso el impacto de los movimientos revolucionarios en el siglo XIX, dista mucho, en cuanto a una sintonía concreta, la cual, en sucesivos hechos excepcionales que se dieron a lo largo de todo el transcurso transitorio que eventualmente terminaría siendo o formulándose como intermediario entre la momentaneidad que significaron las corrientes interinas que dieron forma a la acción en la que fueron giradas, en otros términos, la intervención y la trascendencia que tuvieron en su esplendor, lo que transmita un aire de fluidez intelectual, así como revalida la influencia que esta tuvo en la realidad. Yendo hacia el fondo, la revolución de 1830 en Francia, una revolución conservadora, empero, contradictoria, si cabe como palabra anexa, fue una de esas luces que movieron a la gente, ambiguamente, debido a que, en un instante de crisis, y trato de reestablecer un orden hacia una nación, cuyo eje primordial giró en lo que se da como formato de equilibrio gubernamental, en eso, hablamos del Antiguo Régimen; enunciada dicha oración, el planteamiento que se coloca aquí, es que, la vía que se siguió en el rumbo marcado, desde la Revolución francesa, es contraintuitivo en lo que se sitúa en inconsistencia de firmeza, homogeneidad y congruencia.

Puesto que, ¿cómo es posible, que una nación como Francia en el siglo XVIII, en aquel momento era el Reino de Francia, pusiera sus ojos en las ideas arraigadas por la Ilustración, si consiguientemente terminaría aceptando todo lo contrario? pues, al estallar lo que se conoce como la Revolución o la Monarquía de Julio de 1830 a 1848, el pueblo francés, aún y con los pobres, algo que se esmera abiertamente en la obra de Los miserables de Víctor Hugo, ya estaban sacudidos por el rastro de la maquinaria ilustrada, por lo cual, cuando Luis XVIII llega al poder, en lo que se conoció como el período de la Restauración en Francia, e inclusive en toda Europa, se intentó regresar al Antiguo Régimen, no obstante, los pensamientos corren como las palabras, con lo cual, Luis XVIII representaba otra vez, la figura del monarca absoluto como en su tiempo la figuró Luis XVI, y con él, venía su hermano menor Carlos X de Francia. Con ellos dos, las ideas conservadoras eran el pan de cada día, por lo que, al asumir al trono, específicamente en 1814, durante el Congreso de Viena, un congreso de corte conservador, que quería restaurar todas las ideas absolutistas en Europa, se declaró rey de los franceses, de eso no cabe duda, sin embargo, con él, se da lo que se conoce como el restablecimiento de la monarquía constitucional moderada, que, como ya se ha explicado en esta serie de artículos, es algo horriblemente desigual e incoherente. Por ello, la Carta constitucional de 1814, promulgada por Luis XVIII, más singularmente el 04 de junio de 1814, focalizó varios apartados del liberalismo francés, sin embargo, en lo que hace hincapié a la parte explícita de aplicar todo o correctamente la ley en efecto, eso estaba muy limitado, debido a las medidas prepotentes impuestas por el poder monárquico, en dicho período. Los liberales en este entonces, en otros términos, la década de 1810, estuvo lleno de luchas entre los liberales y conservadores, aparte de que Luis XVIII, por ser conservador, no optaba por medidas liberales y apoyaba las ideas conservadoras, con todo eso, la inestabilidad política se fraguaba a las arcas del Estado. Conjuntado con lo que se congregó al refundir las ideologías, fijado y anclado a la mezcla con la monarquía constitucional, se alcanzó un punto combinado álgido en el que, en 1824, centralmente el 16 de septiembre de 1824, abdicó, dando paso o entrada a su hermano Carlos X, con lo cual, se incrementó el nivel de conservadurismo. Tan fue así, que la reconciliación entre la movilización política en la obtención de resultados positivos, fue nula, puesto que, en primera instancia, dictaminó diversas órdenes ejecutivas, tales como, por ejemplo, las leyes de mayo de 1825, en las cuales, la restricción a la libertad de prensa y de asociación eran el plato fuerte de esta totalidad lícita civil. Conectado con todo lo previo, se decretó una ley de sacrilegio de 1825, así mismo, también sucedieron los decretos de Saint-Cloud de 1829, los cuales acordaban o trataban de uniformar una armonía, la cual carecía de toda cohesión en dicho momento, puesto que existía la constante bipolaridad de liberales y conservadores, sumado todo a la incompatibilidad con el sistema absolutista que intentaban rehacer los conservadores en Francia, por parte de Carlos X.

Por ese preciso punto, llega el momento de explicar el parlamento, el cual, como institución, puesto que, tiene una larga historia, tanto de índole liberal como conservadora. En brevedad, un parlamento no puede ser liberal o conservador como tal, las partes que la conforman como los partidos y los legisladores son los que adoptan estas dimensiones. Los niveles de amplitud históricos, reflejan que, según muchas fuentes, hay consensos muy dispares sobre la existencia de los parlamentos y los Estados Generales en Francia, no obstante, se toma como el más antiguo e inmediato el Parlamento de París, creado en 1254 por Luis IX, en donde, el absolutismo y el republicanismo eran los escalones más contribuyentes en la envergadura de medio político. Aunque también existían sus debates o discusiones, puesto que existían sus diferencias entre sus diversas aspiraciones, se pretendía, en la mayoría de los siglos que compusieron la edad media y la edad moderna, dos cosas: Una, dentro de los mismos denominados absolutistas, los llamados absolutistas de tinte tradicional, que defendían el ideal de una monarquía hereditaria, y por otro lado, el absolutismo ilustrado, basado o fundamentando en la razón y la ciencia, como que el rey o la reina debían inspirar o respaldar su reinado en ello.

Y por otra orientación, las vertientes del republicanismo, puesto que, había pensadores que sostenían la forma de gobierno del sufragio universal como república democrática, y por la otra parte, una república aristocrática, promovida por el mandato de una aristocracia, o el gobierno de unos pocos. Pese a todo, acoplando lo que se mencionaba de las finalidades de Carlos X y el origen del parlamento, el rey limitó el poder de este, al extremo en que, quería conservar todo el poder en una sola persona. Por eso, entre la multitud del pueblo francés, surgió la figura de Luis Felipe I de Orleans, quien, en conjuración con otros liberales y republicanos, en desacuerdo con los términos acordados por Carlos X y su antecesor Luis XVIII, formularon y encabezaron la Revolución francesa de 1830, también llamada, Revolución de julio o Monarquía de Julio, entonces, al gestarse esta lucha, Carlos X fue depuesto, y, por si fuera poco, Luis Felipe I de Orleans ocupó el trono, si bien, de acuerdo con la Constitución francesa de 1791, la Carta constitucional de 1814 y la reinstauración de la Carta constitucional de 1830, se reafirmó el poder del soberano, ya no como alguien que era divino o tenía hegemonía sobre toda la humanidad, emergió la figura del rey ciudadano, y ahí, es cuando cambia la historia de la monarquía.

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