En medida que nos acercamos al próximo proceso electoral en México, uno de los temas que debería estar adquiriendo relevancia es la situación de la deuda per cápita del país. Esta métrica, que representa la cantidad de deuda que corresponde a cada ciudadano en promedio, se convierte en un indicador clave para evaluar la salud financiera de la nación y las perspectivas económicas a futuro. Ante la posibilidad de una alternancia política en el proceso electoral 2024, surge la pregunta de cómo la nueva administración abordará este desafío y qué impacto tendrá en la vida de cada una de las y los mexicanos.
En la actualidad, la deuda per cápita en México se sitúa en niveles significativos; supera los 126,818 pesos por habitante, de acuerdo con datos recientes del Banco de México. Esta cifra se incrementó en 15.5% durante el actual sexenio. En el 2019, la deuda per cápita era de 109,818 pesos por habitante. Este aumento significativo refleja una carga financiera considerable para cada individuo en el país y plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas a largo plazo.
A esto se suma la incertidumbre del contexto internacional en el que nos encontramos. Los desafíos económicos globales, como la volatilidad de los mercados financieros, el aumento de los precios de los commodities (productos básicos) y la inestabilidad geopolítica representan un factor adicional que puede influir en la gestión de la deuda per cápita en México. Las decisiones tomadas a nivel internacional tienen repercusiones directas en la economía nacional, lo que afecta la capacidad del gobierno para controlar el endeudamiento y garantizar la estabilidad financiera.
Dicho esto, nos enfrentamos a dos posibles escenarios:
En el escenario de una alternancia política, la gestión de la deuda per cápita se erige como uno de los desafíos más apremiantes para la nueva administración. La adopción de políticas fiscales responsables y la implementación de medidas para controlar el endeudamiento serán aspectos cruciales para garantizar la estabilidad económica y evitar un aumento desmedido de la carga financiera sobre los ciudadanos.
Por otro lado, si el gobierno actual logra mantenerse en el poder, se espera que continúe con las políticas y estrategias destinadas a contener el crecimiento de la deuda per cápita. Sin embargo, persistirá la necesidad de encontrar un equilibrio entre el impulso económico y la prudencia financiera, asegurando que las decisiones tomadas no comprometan el bienestar económico de las generaciones futuras.
En cualquier escenario, los ciudadanos mexicanos nos veremos directamente afectados por la evolución de la deuda per cápita. Esta situación se reflejará en el acceso a servicios públicos de calidad, en las oportunidades de empleo y desarrollo económico, así como en la capacidad de inversión del gobierno en infraestructura y proyectos de desarrollo.
En resumen, la deuda per cápita en México se presenta como un tema central en el proceso electoral de 2024. Tanto si hay un cambio de gobierno como si se mantiene la actual administración, la gestión prudente y responsable de esta carga financiera será determinante para el futuro económico del país y el bienestar de sus ciudadanos.
Es fundamental que los candidatos y las autoridades electas asuman este desafío con responsabilidad y visión de largo plazo, priorizando el interés nacional y el bienestar de las generaciones presentes y futuras.
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