/ Pluralidad


news

La educación infantil en las zonas rurales de México


Diego Emilio De Mileto Rodríguez Melo
Escritor, Colaborador en radio UNAM, canal 22

Según estadísticas de varios organismos, aún hay niños, niñas y adolescentes que viven en áreas rurales que carecen de servicios básicos en pleno siglo XXI. Éste es un tiempo en el que nuestro país ya no debería preocuparse por rezagos y carencias de la niñez. Pero la realidad es muy diferente. Un derecho básico garantizado por nuestra Constitución es la educación.

En varias regiones del país, como en la sierra de Chihuahua, los infantes tienen que correr y correr kilómetros para llegar a su escuelita, y deben correr otro tanto más para regresar a casa. Pero un dato muy peculiar es que nuestros niños y niñas son felices por ir a la escuela, aunque la mayoría de las veces inician sus actividades escolares sin probar alimento.  

Hay muchos factores que deben atacarse para mejorar de una vez por todas la educación en las regiones rurales, entre ellos, la pobreza, la carencia de alimentos básicos, el desempleo y factores de carácter cultural, entre ellos, la persistencia del machismo en algunos hogares mexicanos, la falta de interés en la educación y el progreso de la niñez, el trabajo infantil y un largo etcétera. 

Es importante que niños y niñas mexicanos sean tratados con igualdad. Normalmente hablamos de los estudiantes de las ciudades para referirnos a la educación. Pocas veces se brinda atención a la situación de los estudiantes de las zonas rurales de nuestro México. 

Como lo comentamos anteriormente, hay muchos factores que deben atacarse para resolver este problema. En estas líneas solamente citaré algunos factores culturales que persisten en México como si no viviéramos en el siglo XXI. Nos referimos al machismo y la ausencia de valores progresistas en los hogares mexicanos. 

En los medios rurales todavía se tiene la idea equivocada de que las niñas y adolescentes no deben estudiar, sino dedicarse al cuidado de la casa y sus hermanos pequeños, para luego seguir con esas tareas en su propio hogar cuando sean mujeres casadas. De esa manera el patrón se repite generación tras generación. Esta situación, increíblemente, la podemos encontrar en algunos pueblos del Sur y Norte del país. 

Por otro lado, muchos padres de familia que, por costumbre, ignorancia o idiosincrasia, no promueven ni transmiten el valor de la educación a sus hijos e hijas. En muchos hogares rurales es más importante trabajar, ser empleados para ganarse el sustento de casa, sin contar con algún proyecto de vida. Esa también es otra realidad innegable. 

Como estudiante, quiero expresar que me entristece que la educación, más que un derecho, sea un factor que nos haga diferentes a niños, niñas y adolescentes. Es injusto que no todos tengamos el mismo acceso a la educación, a pesar de que es un derecho garantizado por nuestra Constitución. 

Es como poner la situación en una balanza que debería reflejar equilibrio, pero no es así. La balanza se inclina con más peso hacia los alumnos de las ciudades. 

Por otro lado, creo que todos debemos ser más solidarios con la niñez que vive en zonas rurales; desde autoridades, padres de familia e infantes, todo mundo puede apoyar para mejorar la educación en medios rurales. La educación es nuestro derecho. 

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor. 


Notas relacionadas