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La irreversible acción humana del líder político y el perdón como su remedio


Natalia Sánchez Martínez/Ciencias Políticas y Administración Pública/Universidad Iberoamericana

<<El perdón es la clave para la acción y la libertad>> Hannah Arendt.

La política como actividad para mantener el orden social es fundamental. Sin embargo, no basta con entender a la política como un concepto apartado fundamentado en el poder solamente, sino en las capacidades de aquellos actores políticos que ejercen la política como vocación y las cualidades que deben poseer para que se mantenga el orden dentro del Estado.

Además, se debe entender que los líderes políticos, al ser humanos, cometen errores en sus acciones que son irreversibles, pero que si se les da la oportunidad pueden perdonarse.

La política genera que los actores políticos dominen a las personas por medio del temor, esperanza e intereses (Weber, 2012). La dominación carismática es la que poseían los jefes guerreros, los profetas, los demagogos o partidos políticos. Se dice que cuando un actor político posee este tipo de dominación es cuando detona la vocación que tiene, la gente lo sigue debido a los ideales que predica, lo consideran un líder en el cual creen y depositan toda su confianza, por ello el líder político aprende a vivir por y para su obra (Weber, 2012, p.86).

Existen tres principales cualidades con las que un líder político cumple en su actuar y en la dominación que ejerza. Éstas son la pasión, la responsabilidad y la proporción o mesura. La pasión incluye a los ideales, a la motivación que lo lleva a actuar y aspirar a la búsqueda utópica de la perfección de la sociedad. Además, realiza su función de manera detallada y dedicada para seguir luchando por una causa (Weber, 2012, p.153).

Por un lado, la responsabilidad es actuar conforme a la consecución de los fines que busca, es decir, no siempre las acciones son malas, sino las consecuencias que estas generan y a quién o quiénes afectan (Weber, 2012, p.115).

Por otro lado, la mesura o proporción se refiere a que se debe saber guardar distancia con las cosas y los hombres con la intención de que no se dejen influenciar por los demás al grado de perder el camino de la búsqueda de la mejora social, colectiva e individual, es decir, debe actuar sin perder la tranquilidad (Weber, 2012, p.153).

De acuerdo con Arendt (2003), existen tres principales rasgos de la condición humana de la acción. Éstos son la pluralidad, la mundanidad y la mortalidad. La pluralidad se relaciona con la condición de la vida política, tiene la intención de que, a pesar de que todos los hombres son lo mismo, los humanos no son iguales a otros que hayan vivido, vivan o vivirán por el contexto en el cual se desarrollaron, desarrollan o desarrollarán (Arendt, 2003, p.22).

La mundanidad es el mundo como espacio político común que todas las personas comparten, es un artificio que se conforma con base en los productos finales hechos por el hombre mediante el trabajo que proporciona durabilidad a la futilidad de la vida moderna y al tiempo humano (Arendt, 2003, p.22).

Además, la mortalidad es sumamente importante debido a que Arendt (2003, p.31) dice que se traduce a la capacidad de realizar actos inmortales, habilidad en dejar huellas imborrables porque al final las razones por las cuales se recuerda a una persona son por lo que hizo en vida, así como por las cosas materiales que dejó. 

Al momento en que un líder vive y se desarrolla en una comunidad, existe la mundanidad que implica vivir en un mundo social que se encuentra en constante movimiento, cada persona que lo integra cumple una función para seguir con el transcurso de la vida. Además, el líder político debe considerar que en el mundo que habita existe una gran pluralidad relacionada con la vida política en la cual debe involucrarse como actor.

El líder político debe estar consciente de que cada persona es diferente porque tiene sus propias experiencias, preferencias, deseos, metas, miedos e historias, pero aun así pueden relacionarse dentro de una comunidad, así como buscar juntos el bienestar, desarrollo y satisfacción de las necesidades de las demás personas tanto en el presente como en el futuro.

Debe tener presente que en este mundo todas las personas que lo habitan en algún momento tendrán que morir y nuevas personas las reemplazarán, es decir, no se puede quedar pensando que las condiciones en las cuales comenzó se van a mantener hasta que termine su mandato porque eso sería un engaño, por ende, las interacciones sociales y políticas estarían cambiando en todo momento.

Arendt (2003, pp.256-260) dice que el perdón es la salvación de la irreversibilidad de las acciones humanas. El perdonar es la manera en que las personas pueden ser libres nuevamente, es decir, tener de nuevo la capacidad de darle continuidad a la acción y no tiene que ver con dejar atrás o en el olvido lo que sucedió, sino continuar con las acciones.

En todo momento, los políticos, aunque utilicen la dominación carismática para ganarse la confianza de la gente y cumplan con la pasión, la mesura y la responsabilidad como cualidades de su actuar, son seres humanos que cometen errores en la toma de decisiones y en sus acciones, así como que no pueden prever en todo momento todas y cada una de las consecuencias que sus acciones generarán.

Esto se debe a que al estar involucrados en una comunidad tan dinámica donde existe la mundanidad, la pluralidad y la mortalidad donde los procesos de intercambio cultural, económico, político y social estén cambiando con el tiempo complica que las acciones del líder político que realizó en el pasado con una intención no afecten en el presente o futuro de una manera que no planeaba.

Como dijo Arendt (2003, p.262), “encerrados en nosotros mismos nunca podríamos perdonarnos ningún fallo o transgresión debido a que careceríamos de la experiencia de la persona por cuyo amor uno puede perdonar”, es decir, se debe permitir que los demás juzguen los fallos causados por una acción para que se pueda perdonar, ya que sólo al ser perdonadas las personas pueden seguir siendo libres para iniciar algo de nuevo y avanzar en el camino de la vida que es incierto.

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor o de la autora.

Bibliografía.

•    Arendt, Hannah. (2003). La condición humana. Buenos Aires, Gráfica MPS.
•    Weber, Max. (2012). El político y el científico. Madrid, Alianza editorial.


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