La música es muy poderosa cuando la gente la escucha, la siente (Ray Charles)
Es doloroso ver que hoy en día nuestra juventud tiene como máximos referentes a los artistas de los famosos “narcocorridos” o los “corridos tumbados”. No es por menospreciar a estos artistas, no se duda de su capacidad de entender lo que en este momento es la moda, pero es necesario advertir que tanto menores de edad como jóvenes normalizan enaltecer a delincuentes.
Ver a padres de familia divertirse grabando a sus bebés bailando estas canciones, por más insignificante que parezca, es un mensaje claro de la gran descomposición social que hay en México.
Esto no es de una clase social del país, es algo que en cualquier sector se da, lo que nos hace ver que la gran mayoría de la población del país normaliza, inclusive ve bien, que ser una persona fuera de la ley te hace importante, que se hace dinero matando, siendo narcotraficante o simplemente al delinquir.
Puedo decir que tuve la dicha de vivir en el norte del país, en mi querida Laguna, en Torreón, Coahuila, donde teniendo ocho u once años me enseñaron en la escuela a esconderme de los balazos, donde a un niño que jugaba futbol le suspenden su entrenamiento por posible amenaza de matarnos. Ahí se acostumbra hasta nuestros días que ver, ya no cientos de muertes, sino miles a lo largo del país se ha normalizado, que la delincuencia en México se está volviendo ya una cultura.
No quiero formar parte de una nación acostumbrada a olvidar porque por lo que me he dedicado es conocer a personas que este mundo tan bien visto por la sociedad y más por la juventud ha dejado a miles de madres y padres sin hijos, sin hermanos o hermanas, quedarse sin padres.
Casos famosos que han dado la vuelta al país son el crimen de Ayotzinapa, el Bar Heaven, que como tepiteño adoptado que me siento no hay que olvidar ese momento tan trágico que cada que camino en las calles de zona rosa y en mi amado Tepito no se olvida. Por estos casos y más que miles de personas han soportado es una burla y desgracia que a través del arte de la música nos agrade esas letras.
Ver a un grupo que toque tres veces en fechas distintas en la máxima plaza del país, El zócalo, ver que se mega llena en la capital y escuchar bastantes canciones en el mero corazón del país es una muestra que de arriba para abajo no hay interés o voluntad para terminar con eso, sino seguir educando a la población que la descomposición social es justa y necesaria para que un sistema siga.
Como joven siento pena de ver al cielo de mi país porque sin considerarme parte de culto y gusto por ese tipo de música, mi círculo e inclusive familiares escuchan y ensalzan esta música que no representa a México, tenemos que ser objetivos y si queremos de verdad que este país cambie hay que empezar en cosas como estas, en las cuales siendo analíticos debemos acabar, porque llevamos años hartos de la corrupción, acostumbrados a que mueran cientos en un día, acostumbrados a cuidarnos y no a que nos cuiden, acostumbrados a que tranzar es necesario para avanzar, que no importa cómo, pero hay que hacer dinero, que niños crezcan en la cultura que matar o que ser delincuente es un estilo de vida o en escenarios sin justificar pero que hoy me meto o no crezco, analizar que millones de niños en esta patria terminan siendo parte del mundo delincuencial porque su vecino es el jefe de la plaza y por destino o se adapta o mejor que no estorbe.
Dejemos de pasar por alto el daño que estamos haciendo como ciudadanos como hijos de esta gran madre que nos tocó defender, MÉXICO, por lo cual padres, hijos y hermanos yo no quiero que mi país siga en esta situación y este tipo de pequeños detalles son los que sin pensarlo contribuimos.
Con cariño saludo a mis padres a la distancia, a mi toluqueña que tanto quiero y que aparte es mi compañera de lucha, a mi querido Plan de Ayala, en Torreón, a la Buenos Aires que en estos meses se volvió parte de mí y a mi casa adoptiva que por ella hago este escrito: TEPITO.
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