Hace unos días estuvimos de convivencia de profesores de la Preparatoria Varonil de la Universidad Panamericana (PrepaUP) y dentro de las diversas actividades que hubo, nos dieron algunas charlas y capacitaciones sobre diversos temas.
Una de esas charlas se tituló “Influir Positivamente” y de ahí me surgió la idea base de la redacción de esta columna de opinión: “La trascendencia del profesor”.
En el vasto mundo de la educación, el papel del profesor va más allá de impartir conocimientos; es el cimiento sobre el cual se construyen los pilares del desarrollo intelectual y personal de los jóvenes. En la Preparatoria Panamericana, la presencia de un buen profesor es vital para formar individuos íntegros, preparados para afrontar los retos del futuro. Es por ello que la trascendencia de un educador comprometido no debe subestimarse, ya que su influencia perdura en el tiempo y se extiende más allá del aula.
Un buen profesor es, ante todo, un guía apasionado por su labor. Su dedicación y amor por enseñar se traducen en un ambiente de aprendizaje enriquecedor, estimulante y dinámico. Un maestro comprometido no solo transmite conocimientos, sino que despierta la curiosidad y el interés en sus alumnos, fomentando así el deseo de aprender y crecer intelectualmente.
Sobre esto quisiera rescatar y destacar la Misión de la Universidad Panamericana:
“Educar personas que busquen la verdad y se comprometan con ella, promoviendo el humanismo cristiano que contribuya a la construcción de un mundo mejor.”
En la búsqueda de la verdad, el profesor tiene la gran responsabilidad de seguirse capacitando y estudiando sobre su materia particular e incluso sobre más temas actuales. Me gusta, como pedagogo, empaparme de diversas áreas, pero una en particular que destaca en los colegios con la misma identidad de la Universidad Panamericana es la “preceptoría” o asesoría como se conoce en algunos colegios. La preceptoría es un distintivo muy particular y sobre todo es ayudar al alumno en las áreas de la persona humana: académico, social, familiar, personal, doctrinal, espiritual y profesional. Esa es una gran herramienta que nos permite ayudar al alumno como estudiante, pero también velar por su bien y un camino a la perfección en su conjunto como persona humana.
El profesor, además de ser un experto en su campo, también es un modelo a seguir, debe de cuidar principalmente es unidad de vida. Su integridad, ética y respeto son ejemplos que inspiran a los alumnos a ser personas de bien, a valorar el trabajo arduo y a respetar a los demás. Estos valores trascienden las aulas y se convierten en cimientos sólidos para el desarrollo humano y social de los jóvenes, permitiéndoles ser ciudadanos responsables y comprometidos con su entorno.
La trascendencia de un buen profesor se manifiesta en los logros de sus alumnos, cabe destacar que no solo logros académicos, sino que realmente crezcan como seres humanos y personas íntegras. Son ellos quienes, gracias a la orientación y el estímulo proporcionados por sus educadores, se convierten en profesionales exitosos y ciudadanos comprometidos con su país y el mundo.
Es por todo lo expuesto que la labor de un buen profesor no puede ser subestimada. Su influencia en la formación integral de jóvenes trasciende las aulas y se proyecta en la sociedad. En la Preparatoria Panamericana y en general cualquier profesor, cualquier docente, tiene la responsabilidad y el privilegio de ser parte fundamental en el desarrollo de futuros líderes y agentes de cambio. Por ello, es necesario reconocer y valorar el trabajo de estos educadores que, con dedicación y pasión, contribuyen a construir un futuro prometedor para las nuevas generaciones.
Soy consciente que preocupados realmente por la persona (y no solo como estudiante), somos la mejor preparatoria de México.