La región sur sureste del país está compuesta por los estados de Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo, Veracruz, Tabasco y Yucatán. En cuanto a sus características geográficas, tiene un clima predominantemente cálido, abundantes recursos naturales, agua y una gran biodiversidad; sin embargo, es propensa a desastres naturales como huracanes, ciclones e inundaciones (zona del Océano Pacífico) y alta actividad sísmica (vertiente del Pacífico). En lo que respecta a la población, representa el 28% del total nacional, la cual se encuentra distribuida de forma dispersa, en zonas principalmente rurales, por lo que tiene una baja densidad de 69 habitantes por km2 (menor a la nacional de 75 hab/km2); cuenta con una gran proporción de personas indígenas, 68% del total del país. (SEDATU, 2014).
Por otro lado, en el ámbito económico, sus principales actividades productivas son la petrolera y la turística, aporta 84% del PIB nacional de minería y 54% del PIB nacional del turismo; no obstante, tiene una baja participación en cuanto a las demás variables del Producto Interno Bruto. Por otra parte, estas actividades no se reflejan en suficientes empleos o salarios dignos, tendiendo muchas veces a la informalidad. En consecuencia, la región concentra la mayor parte de población en situación de pobreza del país, con carencia en servicios de salud, vivienda e infraestructura, bajos niveles de escolaridad, además de ingresos inferiores, todo por debajo de la media nacional. (SEDATU, 2014).
Tras la contextualización anterior, en este trabajo de investigación nos concentraremos, en primera instancia, en describir cuáles son las principales carencias y deficiencias de desarrollo económico que ha presentado en la última década la región sur sureste del país, para posteriormente pasar a enunciar algunos de los factores y proyectos que han dado lugar a su reactivación económica; por último, evaluar cuáles son los siguientes pasos para evitar su estancamiento y continuar con su posible progreso.
Para concebir el progreso o desarrollo de una región se tiene que entender cuáles son sus principales deficiencias que se deben atacar.
Una de las variables económicas que evalúan el crecimiento de una región es el PIB per cápita, que se da “al dividir el tamaño de la economía de cada región entre el tamaño de la población, y descontando la actividad petrolera... Con ello se obtiene una medición sobre el ingreso mediano de la población” (Martínez, 2022). Para 2020, a nivel nacional, el PIB per cápita era de 122,748 pesos; sin embargo, los estados que obtuvieron los números más bajos fueron los de la zona sur sureste, específicamente las entidades de Chiapas, Oaxaca y Guerrero con 43,499 pesos, 57,396 pesos y 60,024 pesos respectivamente. (Flores, 2023). Por otra parte, respecto de la variable de pobreza laboral por estado, es decir, “el porcentaje de la población en un hogar con un ingreso laboral inferior al valor de la canasta alimentaria” (Flores, 2023) muestra a los estados de Chiapas, Guerrero y Oaxaca como las tres entidades más rezagadas con 60% de su población en esta situación, dando como ejemplo el caso específico de Chiapas donde 7 de cada 10 personas tienen un ingreso laboral que no es suficiente para obtener los productos básicos de la canasta. (Flores, 2023).
Por otro lado, el desarrollo económico de una región se refleja en la calidad de vida de su población. Una forma de medirlo es a través del Índice de Progreso Social, cuyas variables “evalúan múltiples aspectos sobre el nivel de vida y las posibilidades de hacer valer los derechos de cada persona.” (Flores, 2023). El primer componente evaluador corresponde a Necesidades humanas – que evalúa la calidad y disponibilidad de servicios para una vida adecuada-, muestra que Oaxaca y Chiapas tiene puntajes arriba del nivel nacional en lo que respecta a Seguridad personal; sin embargo, muestran niveles bajos en Agua y saneamiento, así como en Vivienda, respectivamente. El segundo de ellos, referente a Fundamentos de bienestar – que habla de calidad en educación, disponibilidad de información y medioambiente-, deja a Oaxaca por debajo del promedio nacional en todos los componentes; no obstante, Guerrero muestra fortaleza en Salud y bienestar, mientras que Chiapas en Acceso a los conocimientos básicos. Por último, en el componente de Oportunidades las tres entidades mencionadas anteriormente muestran una tendencia al alza; si tenemos en consideración que se encuentran dentro de los puntajes más bajos, ocupando Oaxaca el lugar más bajo en alfabetización, Chiapas en acceso a la Educación superior, así como mayores puntajes en embarazo adolescente e informalidad laboral. (Flores, 2023).
Entre otros factores negativos que hace que la zona sur sureste se encuentre entre las menos productivas y de mayor atraso en el país, destacan: “el trabajo informal muy superior al resto de la economía; servicios financieros y acceso a financiamiento muy limitado; trabajadores con pocas o nulas habilidades respecto al resto del país, ambiente poco propicio para la generación de empresas; pequeños productores con sistemas de baja rentabilidad; alta dispersión poblacional con costos elevados de transporte; mala conectividad interregional; y , consecuentemente, poca o nula capacidad de innovación.” (SEDATU, 2014).
Desde hace décadas se ha buscado romper con los patrones de decadencia y estancamiento a los que está inmerso esta zona, teniendo deferentes factores que han fomentado su crecimiento y su posible desarrollo.
Desde el siglo pasado, a mediados de los 70, ocurrió el descubrimiento de reservas petroleras en la plataforma marítima de Campeche, lo que fomentó el surgimiento de polos económicos en Villahermosa, Ciudad de Carmen y Coatzacoalcos. “Según datos de la Administración de Información Energética (EIA, por sus siglas en inglés), en 2012, México ocupó el décimo lugar como productor de petróleo crudo a nivel mundial, fue el tercer mayor productor en el hemisferio oeste y un socio importante en el comercio de energía para Estados Unidos.” (Ayala, E., Chapa, J., & Treviño, L., 2015). Sin embargo, la poca diversificación de la actividad económica y el agotamiento de las zonas explotadas en los últimos años se ha reflejado en un menor ritmo de crecimiento que el resto de las economías nacionales. (Ayala, E., Chapa, J., & Treviño, L., 2015).
En tema turístico el desarrollo que tuvo Acapulco en la década de los 60 y el despegue en los últimos años en la zona de Cancún, han creado polos de atracción y la mayor visualización de México a nivel mundial con mayor atracción de turistas extranjeros, siendo el estado de Quintana Roo la entidad que capta el 80% de visitantes extranjeros de todo el país. Permitiendo, a su vez, nuevas formas de turismo como son el ecoturismo y el turismo cultural; destacando el turismo de carácter arqueológico, de aventuras, de playas, colonial y ecológico que se desenvuelven principalmente en Cancún, Acapulco, Chiapas, Veracruz y Yucatán. De igual forma se ha potencializado el sector de los servicios, la oferta hotelera representa el 40% a nivel nacional y con una ocupación promedio del 63.03% (mayor a la media nacional). Lo anterior ha permitido mayores oportunidades al lograr un mayor desarrollo de la región y bienestar de la población. No obstante, en los últimos años se ha visto un declive en la duración de la estancia de los turistas, así como una falta de infraestructura logística, facilitación de instalación, apertura de empresas y la conectividad entre las zonas, que aún se encuentran muy limitadas. (SEDATU, 2014).
Desde la segunda mitad del siglo pasado se han realizado trabajos de construcción de carreteras, puentes e infraestructura básica. Actualmente la zona de Cancún y la Riviera Maya cuenta con un gran desarrollo estructural marítimo y portuario; sin embargo, el resto de la región tiene una débil conectividad entre los diferentes territorios con deterioradas e insuficientes redes ferroviarias, marítimas y aeropuertos (SEDATU, 2014). Por otro lado, en los últimos 3 años se ha estado llevando a cabo el proyecto denominado Tren Maya, el cual busca mejorar el ordenamiento territorial, provocar una derrama económica mediante su construcción, así como potencializar la industria turística; éste “permitirá reducir los tiempos y costos del transporte de mercancías, pasajeros y turistas dentro de la península. Se construirán aproximadamente 1,525 km de vías férreas que atravesarán los estados de Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo beneficiando el desarrollo en la región y en la calidad de vida de los habitantes.” (FONATUR, 2020).
A modo de conclusión, la zona sur sureste del país es una región con gran riqueza, tangible e intangible, teniendo una enorme diversidad natural, cultural e histórica. A pesar de ello, en la actualidad es la región más pobre de todo el país, teniendo estados como Oaxaca, Guerrero y Chiapas que se encuentran por debajo de la media o en los últimos lugares dentro de los índices de estabilidad económica y de bienestar social.
A pesar de que desde el siglo pasado se ha fomentado su crecimiento a través de las ventajas naturales y culturales que posee, como es la explotación de los yacimientos de petróleo, el impulso al turismo y la modernización de la conectividad, se han estancado y no se han visto reflejados en cambios significativos en la calidad de vida de las personas o el desarrollo de la zona. ha existido fuga económica y mala administración de los recursos existente, en lugar de su reinversión en el mejoramiento de la región, así como una diversificación de actividades que evite su agotamiento.
Entre los aspectos a mejorar se encuentra un adecuado equipamiento e imagen urbana, mantenimiento de los atractivos turísticos, capacitación de los recursos humanos de la región, facilitación de la creación y entrada de empresas, creación de parques industriales, infraestructura logística adecuada, fomento al consumo local, entre otros. Lo anterior para que exista un verdadero cambio que fomente una correcta y duradera reactivación económica regional que se traduzca en mejor calidad de vida para sus pobladores.
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