Nunca antes las obras de ciencia ficción se habían acercado tanto a la realidad como en nuestros días; la creación de robots que actúan sin intervención humana y con el propósito de privar de la vida a las personas se ha convertido en una preocupación para los diferentes organismos internacionales a favor de los DDHH, tales como el Comité Internacional de la Cruz Roja, la propia Organización de las Naciones Unidas, entre otras Organizaciones No Gubernamentales; el peligro que presentan las armas autónomas amerita una respuesta urgente de la comunidad internacional.
Los llamados Sistemas de Armas Autónomas Letales (por sus siglas en inglés, LAWS) son, de acuerdo con el Servicio de Investigación del Congreso de los Estados Unidos de América, “una especial clase de sistemas de armas que utilizan conjuntos de sensores y algoritmos informáticos para identificar de forma independiente un objetivo y emplear un sistema de armas a bordo para atacar y destruir el objetivo sin control humano manual del sistema”(1), sistemas que ya se están fabricando y usando; existe un informe de la ONU, en el que se menciona que durante la guerra civil de Libia, específicamente en marzo de 2020, se llevó a cabo el primer posible ataque contra personas humanas por parte de un SAAL, es decir, un arma completamente autónoma, donde se usaron drones de procedencia turca, denominados STM Kargu-2. Aunque no trasciende si hubo víctimas mortales, la ONU asegura que las tropas de una de las partes en conflicto fueron atacadas por estos vehículos aéreos de combate no tripulados. (2)
De acuerdo con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), en la actualidad se han diseñado armas autónomas, como los sistemas de defensa aérea, para contrarrestar a los misiles que entran a un determinado territorio, además de municiones de tipo “loitering”, también conocidos como “drones kamikaze”(3). Este tipo de armas, específicamente los drones kamikaze, se están utilizando en la guerra Ruso-Ucraniana, por parte de los dos países en conflicto (4), y aunque,0 de acuerdo a la Cruz Roja, en general se diseñan para destruir radares militares, tanques o vehículos blindados, nadie garantiza que no existan daños colaterales a humanos cerca de la zona, y peor todavía, no existe manera de responsabilizar directamente a una persona por el hecho de que la máquina mate a alguien. ¿Quién puede resultar culpable por la muerte de algún civil causada por un SAAL, si nadie la controlaba?
El que disparó el arma fue el propio sistema, no un humano, además de no estar sujeto a una orden de algún superior, generando así diversas interrogantes desde el punto de vista jurídico, acarreando problemas principalmente para el Derecho Internacional Humanitario (5).
A pesar de que hay un Grupo de Expertos Gubernamentales en Tecnologías Emergentes en el Área de los Sistemas de Armas Autónomas Letales, dependientes de la ONU, que luchan por crear un marco jurídico vinculante para los Estados, no se ha logrado avanzar en la creación de dicho Tratado Internacional; pero existe una solución: El requisito para alcanzar ese instrumento jurídicamente vinculante que regule los Sistemas de Armas Autónomas Letales, es el de un Estado que impulse el debate sobre esta materia, y es en este rubro donde México puede jugar un papel fundamental.
Nuestro país goza de un liderazgo en materia de seguridad internacional al ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y, por tanto, podemos usar ese asiento para proponer y ser el Estado precursor para alcanzar ese objetivo; anteriormente, ya hemos liderado esfuerzos en favor de la paz internacional, a través del Tratado de Tlatelolco, o la reciente VI Cumbre de la CEPAL, por poner algunos ejemplos. México puede y debe ser el factor de cambio, una vez más, en pro de la paz internacional.