“México registra el año más letal para periodistas con 18 asesinatos sólo en el primer semestre de 2022”1. Así leía un encabezado en Forbes el pasado 18 de agosto al medio día; un encabezado más que se perdería después de unas horas, reemplazado y olvidado, dándole su espacio a cosas de mayor importancia y urgencia, como el Picasso inédito de Hitler, el primer juicio penal por maltrato animal o el aniversario del hashtag. Al fin y al cabo en el país de los abrazos son asesinadas 112 personas al día; ni que fuera novedad.
Olvidados o no, se suman 18 periodistas asesinados a los 13 del 2021 y los 14 del 2020; 45 voces acalladas que ilustran una de las tristes realidades de nuestro país, una de las tantas injusticias impunes, una de las tantas situaciones inaceptables que -profesionales como lo somos, en el conformismo- terminamos por aceptar al son de ‘gol’ o de ‘vamos por unos tacos’.
Atribuidas tanto al crimen organizado como al mismo Estado, las agresiones en contra de los voceros de la crítica, la información y la opinión, no dejan de aumentar, y a un ritmo indignante. Si bien es obvia la agresión cuando hablamos de asesinato, también lo es la existencia de espacios públicos cuya única función es desprestigiar sin fundamento a una profesión que juega un papel fundamental en la vida política de una sociedad.
¿Y qué papel juega el periodismo? La información, claramente, pero más que eso: la crítica; y es justamente por esto que se le agrede de la manera actual, puesto que no hay nada que moleste más a dictadores o criminales que la verdad, el cuestionamiento, el pensamiento reflexivo.
¿Qué es la crítica? Es un conjunto de opiniones o juicios que responden a un análisis previo. Crítica implica no aceptar lo dicho sin cuestionar, es no aceptar sin fundamento, es exigir explicación, es requerir profundización en los temas, es demandar excelencia, es no satisfacerse con lo mínimo indispensable; es algo, a fin de cuentas, que no conviene a quien está dispuesto a crear una sociedad de borregos.
El pensamiento crítico exige de la gente hacer análisis de la información y crear opiniones individuales y propias; en una sola idea: la crítica busca ejercitar el intelecto e impulsa a formar espíritus exigentes consigo mismos y con su sociedad, espíritus incansables que estén siempre buscando cómo ser mejores seres humanos, y cómo ser una mejor sociedad.
El periodismo y los medios de comunicación son los instrumentos a través de los cuales se debe crear estos espacios de crítica y opinión desde donde se cuestione a nuestros gobernantes e instituciones, y desde donde se les exijan resultados. No importa qué gobierno esté en el poder, ni de qué ideología; la crítica siempre debería existir como recordatorio a nuestro gobierno de que siempre se puede dar más y servir mejor.
Es indicación de una sociedad verdaderamente libre y desarrollada tener un periodismo fuerte y con resonancia; es indicativo que la sociedad está activa en la vida pública de su país, es un recordatorio al gobierno de que el pueblo los observa y de que está a la espera de grandes resultados.
Pero si al contrario de eso, se tiene una sociedad en donde se desprestigia a todo medio que se atreva a disentir con el gobierno en turno, en donde cuestionar y criticar se equipare con traición a la patria, en donde a los periodistas se les persiga hasta obligarlos a dejar el país, en donde se asesina a periodistas… ¿qué es eso si no la ausencia total de libertad de expresión? ¿Qué es eso si no una dictadura? ¿Qué es eso si no la creación de una sociedad de borregos, carentes de todo pensamiento propio, incapaces de reclamar el México que hace ya mucho tiempo nos merecemos?
Autores visionarios como George Orwell, Ray Bradbury y Aldous Huxley nos previnieron de ello: arrebátale a la gente su capacidad de pensar y de emitir juicios inteligentes, mantenlos satisfechos, en este caso, con mentiras que huelen a rosas, promesas que nunca llegan y apoyos sociales perecederos, y al final te quedarás como guía de una masa informe y sin convicciones, más fácil de manejar.
El ataque a nuestros periodistas es una tragedia pues toda pérdida de vidas es un drama inaceptable en una sociedad que se considera civilizada. Y simboliza, además, la más alta saña que puede existir en contra de la libertad de expresión, un derecho sin el cual dejamos de ser una sociedad pensante y nos convertimos en veletas que se dejan llevar por donde sopla el viento.