El duro golpe a la sociedad mexicana que causó la muerte de dos sacerdotes jesuitas no ha terminado. Exigen voces de diversos sectores, no ajeno a esto está la iglesia católica. El homicidio de dos sacerdotes de la compañía de Jesús deja un testimonio de la relación Iglesia-Estado, cuando han existido desde 2018 en aquel proceso electoral, desde el gobierno ya electo con la Conferencia Episcopal Mexicana.
En aquel año, Loretta Ortiz dijo al semanario Proceso “El futuro gobierno no podrá por sí solo lograr la pacificación del país. ¡Imposible! Esto es un proceso que involucra a todos. Por eso conseguimos el apoyo de la iglesia, que desde hace años ya viene trabajando en México en procesos de paz, de manera que aprovecharemos su experiencia.
Loretta Ortiz abandonó este enlace del gobierno electo de Andrés Manuel López Obrador cuando decidió contender por un lugar en la Suprema Corte de Justicia de la nación, abandonando al arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, delegado de la Conferencia del Episcopado Mexicano para generar esta interlocución. Durante este proceso de paz también participó la Compañía de Jesús, a la que este gobierno ya debe de rendirle cuentas.
Ya es evidente el grave daño que la delincuencia organizada ha hecho a la comunidad católica, no se crean el debate legislativo que tenemos en el Senado de legalizar la marihuana. Esa legislación beneficia a pocos y afecta a muchos. Con la legislación de la mariguana no se va a terminar la delincuencia ¡Basta de ese discurso! La delincuencia organizada, que ya es un delito por sí misma, se dedica a extorsionar, cobrar uso de suelo, robo de vehículos, secuestros, retenes ilegales.
En la diócesis de Zacatecas el obispo Noriega Barceló denuncia que párrocos han sido víctimas de asaltos, extorsiones y amenazas. Él mismo fue retenido por estos grupos delincuenciales. Se llevan encapuchados a sacerdotes para obligarlos a bautizar, casar o confirmar y dar exequias en fosas clandestinas. Si se niegan les cuesta la vida.
Ya en 1993 sufrimos el homicidio del señor cardenal Juan Posadas Ocampo, arzobispo de Guadalajara.
Hoy, de palabras del señor cardenal Francisco Robles Ortega he recibido información de que él y gran parte de los sacerdotes de su encargo han sido detenidos en retenes ilegales del crimen organizado. No podemos permitir ya los católicos seguir orando por la paz, lo haremos siempre, y es lamentable que la muerte de dos sacerdotes jesuitas nos haga levantar la voz, no es suficiente los abrazos, hay que ejercer acción de Estado, una nueva estrategia de seguridad que sea incluyente y proteja a los sectores.
Ha tenido a bien el papa Francisco nombrar a un nuevo nuncio apostólico para México, llega en momento crítico entre la relación del Gobierno federal con el Episcopado Mexicano, pero que nos demuestra que el papa Francisco no deja solo a los mexicanos católicos y viene a buscar el consuelo y la unidad.
No dudo que Joseph Spiteri llega en un momento crítico para el país, viene a buscar la paz y dar consuelo a los mexicanos católicos, no será tarea fácil para él; pero traerá un mensaje de paz; es bienvenido a México y a seguir buscando espacios para generar diálogo respecto de la seguridad.