En la actualidad se ha discutido mucho acerca de la construcción de aeropuertos, de la situación del AIFA y AICM, de expandir y modernizar carreteras para reducir el tiempo de viaje, de nuevas refinerías y puertos, de más terminales para autobuses. Pero a pesar de todas estas discusiones de infraestructura, se ha dejado de lado la mejor solución para el transporte de pasajeros: la construcción de líneas para trenes de alta velocidad o trenes “bala”.
En este artículo explicaré las razones por las cuales los trenes, no los aviones o los coches (con inteligencia artificial o eléctricos) como muchas veces se ha propuesto, son el futuro del transporte. Debo aclarar que mi propósito no es exponer y dar una solución a los problemas urbanos de congestión e infraestructura auto-céntrica, sino de transporte entre ciudades y países.
En primer lugar, es necesario responder la siguiente pregunta: ¿cuál es la situación actual del transporte? O, más específicos, ¿cuál es la situación actual del transporte en México? Las tres formas de transporte en la actualidad para ir de una ciudad a otra (sea por negocio, escuela, vacaciones o alguna otra razón) son las siguientes: coche, autobús y avión.
¿Y los trenes? La situación de los trenes en México es mediocre. Es cierto, tenemos trenes de carga y están en construcción el Tren Maya (ignorando sus implicaciones ambientales) y el Tren Interurbano de Toluca-Valle de México, que está en su fase final (aunque lleva 5 años así). Pero esto es un grano de arena comparado con la capacidad de los trenes de pasajeros de Europa, China o Japón. Incluso en el pasado teníamos mayor capacidad.
En el tiempo de nuestros padres o abuelos, la gente podía viajar de Guadalajara o Veracruz al Valle de México en tren. Aunque los trenes pasados eran, a lo máximo, de una velocidad media y tardabas más de 12 horas en hacer el viaje Guadalajara-Ciudad de México (que en la actualidad se puede hacer en 6 horas en camión o coche), sigue habiendo un retroceso.
Ya comprendida la situación actual, pasemos a analizar las fallas o problemas con los métodos de transporte moderno. El transporte aéreo de pasajeros es la segunda forma de transporte, solamente superada por una persona conduciendo un coche sin ningún otro pasajero, y que contamina más. La solución que podrían ser los aviones eléctricos sigue en su infancia y parece que, excepto que ocurra un breakthrough en la física e ingeniería , estos aviones estarán limitados a viajes de corta duración (30 minutos-60 minutos) y pocos pasajeros.
Podrán reemplazar el uso de aviones de 8-20 personas para viajar entre islas o zonas aisladas en el norte de Europa y Canadá, pero son una solución limitada a un problema extenso. Pero no es este el único dilema que aflige a la industria aérea. Está el dilema de que la industria tiene un ligero margen de ganancia limitando la inversión y riesgos que se puedan tomar.
Lo que también tiene consecuencias en la tripulación y controladores aéreos, que están en escasez, por lo cual son uno de los trabajos más sobreexplotados, mal pagados y con diversos desórdenes de sueño (viajar por zonas horarias y tener que trabajar toda la noche no es lo mejor para la salud mental).
Está el dilema de la saturación de los aeropuertos y autopistas aéreas, un problema global, no solamente del AICM, que extienden la duración de los viajes y hacen la experiencia del aeropuerto un caos. O el hecho de que un solo evento meteorológico puede llevar a la cancelación y retrasos de miles de vuelos, afectando cientos de miles de personas, como vimos hace poco con el “ciclón bomba” en Estados Unidos y Canadá.
O que los accidentes aéreos por fallas mecánicas van en descenso, pero los accidentes por error humano (o intencionados) van en aumento por las cuestiones de explotación y falta de sueño que sufren los pilotos y controladores. O que toda la industria depende de dos megacorporaciones (Boeing y Airbus) que les importa más la ganancia que la seguridad de las personas, como sucedió con los dos choques del Boeing 737 Max.
Ya dejando en paz a los aviones, podemos pasar al dilema de los coches. ¿Qué no podemos decir de los coches? Son la mayor fuente de contaminación cuando hablamos de transporte. Un peligro para todos los demás seres que comparten las calles con animales, bicicletas, peatones u otras personas en coches. El peligro que supone una máquina de más de 1000 kg yendo a 100 km/h conducida por cualquier persona (conseguir una licencia no es difícil).
Pero fuera de los dilemas que tienen intrínsecamente los coches sin importar donde estés en el mundo, tenemos un problema méxicano que no parece que va a mejorar: la inseguridad en las carreteras. Viajar por noche, en la mayoría de las carreteras del país, parece ser una invitación a que, en el mejor de los casos, te roben, o te desaparezcan, en el peor de los casos.
No se puede hablar de hacer un viaje de aventura en coche, como hacen los gringos o europeos, debido al peligro del crimen organizado y policía/militares coludidos. La supuesta solución de los coches eléctricos e inteligentes, aunque dan una “solución” , no es la que verdaderamente necesitamos. Todavía no existe la capacidad (por lo menos no en México) para hacer viajes de larga distancia y no te dan una burbuja que te proteja de la inseguridad que se vive en las carreteras.
El autobús o el camión es, sin ninguna duda, una mejora a los coches. Los accidentes que sufren son de menor gravedad y ocurren menos. Es una de las formas de transporte que menos contamina. Pero, aunque son más seguros que los coches, el dilema de la inseguridad los sigue limitando. Las terminales que utilizan son focos de crimen. Las compañías para ahorrar costos ignoran el cuidado de los frenos.
Y no podemos olvidar el dilema del crimen organizado por el cual muchos camiones, al igual que los coches, viajan en caravana.
¿Qué transporte es seguro? ¿Qué transporte te permite cierta comodidad y posibilidad de trabajar o leer y no estar viendo una carretera todo el día? ¿Qué transporte permite viajar a más de 200 km/h sin ningún peligro? ¿Qué transporte es limpio y verde? El coche no pasa la mayoría de las preguntas. El camión también falla. La mejor opción parece ser el avión, pero no puede escapar del CO2 que produce.
¿Cuál es la respuesta a las preguntas? El tren. No cualquier tren, pero trenes de alta velocidad, no queremos competir con la velocidad de 400 km/h de los trenes Japoneses o regresar a los trenes del Siglo XIX y XX, trenes bala de 200 km/h. Más cómodo que los aviones, especialmente si mides más de 1.75 o eres de tamaño más grande. Más seguro que los coches y camiones. Superando incluso a los aviones que se supone que son la forma de transporte más segura. Aunque en cuestión de velocidad son derrotados por los aviones, puedo decir, sin ninguna duda, que los trenes son el futuro del transporte.
Se supone que México, o por lo menos el presente gobierno, tiene planeado construir varias líneas y regresar al tren para 2050, pero no podemos esperar hasta 2050. Ni el clima, ni las personas pueden esperar hasta 2050. China, en 12 años, construyó más de 20,000 millas de vías para trenes de alta velocidad. No hay excusa para esperar hasta 2050.
Francia ya piensa en prohibir los viajes aéreos locales si se puede realizar un viaje por tren. Cada día que no estamos construyendo líneas es un día en el que nos estamos quedando atrás. No podemos esperar 30 años para que los aviones cumplan su promesa y se vuelvan limpios, el cambio climático no lo permite. Necesitamos trenes ya. Una vez los tuvimos y lo podemos volver a tener.
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