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No les importamos


Alejandro Rodríguez Navarro / Facultad de Filosofía y Letras: Universidad Nacional Autónoma de México Filosofía

El 16 de abril de 1996, Michael Jackson publicó la canción de protesta “They Don't Care About Us”. Junto a la canción se publicaron dos videos musicales: uno tratando de las favelas brasileñas; el otro, respecto del sistema carcelario de Estados Unidos. Mientras que el primer video trata de la pobreza y marginación que se vive en las favelas, el segundo, menos popular, incluía imágenes de brutalidad policiaca hacia personas afroamericanas, entre muchas otras violaciones a los derechos humanos.

La canción retomó popularidad después de las protestas de BLM (Black Lives Matter) en Estados Unidos en 2020. Sin embargo, la razón por la cual regreso a esta canción no es para tratar este tema, sino por una simple estrofa: ‘All I wanna say is that they don't really care about us’ o, en español, “Todo lo que quiero decir es que a ellos no les importamos realmente”.

¿A qué quiero llegar con esto? Que esta canción, incluso fuera del contexto estadounidense, es relevante para nosotros; sigue siendo cierto que a ellos no les importamos. Antes de continuar, es necesario aclarar dos cosas: ¿a quién me refiero cuando digo “ellos” y a quién me refiero cuando digo “nosotros”?

Entendamos “ellos” como la clase política y de gran capital que rige nuestro país: los títeres de las mega corporaciones en las dos cámaras y en todos los gobiernos de México, los que financian y donan las campañas políticas, y todos los demás servidores públicos que sirven a sus propios intereses. Entendamos “nosotros” como todas las demás personas, específicamente las oprimidas y explotadas.

Pero, personas del gobierno o que lo defienden dirán “a nosotros sí nos importan las personas y no únicamente nos preocupamos por nuestros propios intereses”. Cosa que también dirán las personas que defienden o son de la oposición. Dejemos una cosa clara: a ningún político, a ningún representante, a absolutamente nadie, sin considerar si son del gobierno o no, si son de una pseudo izquierda o de derecha, les importan las personas comunes y corrientes (excepto que tengan una intención ulterior), por lo menos en lo que concierne a este texto.

Dejando eso en claro, podemos proseguir en cuanto al por qué digo que ellos no se preocupan por nosotros. Tomemos por ejemplo una ocurrencia cada vez más común, la última tragedia ocurrida en el Metro. ¿Qué ha hecho el gobierno, aparte de meter a la Guardia Nacional y pasar la culpa? Que fueron deficiencias heredadas, que es sabotaje, que es culpa del sindicato del Metro, bla bla bla. ¿Qué ha hecho la oposición, aparte de cizaña y oportunismo político? Que la introducción de la Guardia Nacional no es más que puro humo y espejos, que es falta de presupuesto, excusa para militarizar el metro, bla bla bla.

Pero en todos estos discursos, comentarios, y peleas públicas se han olvidado de una cosa: de cómo los sucesos en el Metro afectan a la mayoría de las personas. Cualquier forma de preocupación que demuestra el gobierno o la oposición no es más que oportunismo político.

Es el echarse la culpa para quedar bien. “Miren lo que están haciendo, es por culpa suya su sufrimiento, nosotros somos la solución” Y, ¿qué pasa si, como dice el gobierno, es sabotaje por la oposición o un grupo para desacreditar su gobierno?

El sufrimiento de la gente es usado para avanzar una agenda. En otras palabras, únicamente les importamos para conseguir votos. Y ¿qué pasa si es por falta de presupuesto? El sufrimiento de la gente es ignorado para seguir cuotas y una política de austeridad, no les importamos. Y ¿qué pasa si es por deficiencias herederas? El sufrimiento de la gente es usado para culpar a los gobiernos anteriores, no les importamos. Pero, ¿qué discuten los políticos? ¿Discuten acerca de cómo la gente tiene que viajar hacinada? ¿O cómo los problemas en el Metro alargan el tiempo de viaje de la mayoría de las personas? No, discuten quién es el culpable y buscan encontrar una forma en que puedan conseguir votos (o quitar votos).  ¿Y el sufrimiento del pueblo? Gracias por preguntar, pero eso no es importante para la política.

No solamente lo podemos ver en el Metro. Lo podemos ver en cada voto en la Cámara de Diputados o Senadores. Lo podemos ver en cómo reaccionan los medios de comunicación controlados por “ellos” cada vez que sucede una tragedia. Lo podemos ver en la captura o liberación de Ovidio. Podemos verlo en cada momento que pasan debatiendo sobre una ley que no hace algo para cambiar la realidad de la mayoría de las personas que sufren en la precariedad.

Entonces, ¿cuál es la preocupación de los políticos y aquellos que controlan nuestra democracia? La primera preocupación de un político es ser electo, sea cual sea la razón por la que quiera ser electo. Después de ser electo, lo que le importa a un político es la reelección o, de una forma más general, mantenerse en el poder (sea en otro cargo o en otro partido). Son contadas las personas que entran a la política sin el afán de crear influencias o conseguir poder y riquezas, y, de las pocas personas que no tienen este interés, ninguna logra mantenerse pura dentro de la política. Se corrompen en el nombre del compromiso, de hacer alianzas, de subir de posición o en la búsqueda de la “grandeza”.

¿Y qué hay de aquellos políticos que supuestamente trabajan por el bien del pueblo, como se autoproclama el gobierno y la oposición? Estos supuestos políticos que “cuidan” al pueblo no lo hacen desde lo profundo de su corazón, sino desde la profundidad de su bolsillo. En la actualidad, no hay mejor forma de ser elegido, de ser querido, de tener el mejor rating, que decir que te preocupas por las personas comunes y corrientes. Es el modus operandi del político moderno, dar migajas mientras te quedas con todo lo demás.

A la política mexicana, al Senado y Cámara de Diputados, al Palacio Nacional, a los comités de los partidos, no les importamos. Solo les importamos cada tres a seis años con la esperanza de que los elegimos a ellos como saqueadores en turno. Les importan sus conexiones, el dinero que ganan y consiguen, el estatus, pero nosotros no les importamos.

Debo agregar que no podemos culpar únicamente a los políticos ni a la política como tal. El problema radica en la razón por la que los políticos y partidos (tal como los conocemos) no funcionan. En que existe un Estado detrás de todos los partidos y políticos que les da el objetivo que tienen en la actualidad. ¿Cuál es ese Estado? El Estado capitalista que se mantiene, preserva y administra mediante los políticos y los partidos.

“Ellos”, los políticos y partidos, únicamente pueden servir a una cosa en el sistema que tenemos: al capital. En la política, tal como la conocemos, los que mandan y dirigen no es el pueblo sino estas entidades de gran capital: las empresas transnacionales, las mega corporaciones, etcétera. Por ejemplo, la reforma energética no fue para bajar los precios, crear empleos, o generar competencia, sino a fin de permitir a las empresas transnacionales entrar y saquear los recursos de México.

¿Cuál es el objetivo de los partidos y sus políticos? No es simplemente ganar votos por ganar votos, sino tener la oportunidad de administrar el Estado capitalista; para que seas tú quien reciba el soborno y las donaciones de las corporaciones, para que tú también puedas saquear.

Quisiera concluir con una advertencia a todas aquellas personas que piensan que pueden crear un cambio uniéndose a un partido, metiéndose a la política. Aunque tus intenciones sean nobles, si el sistema que defiendes y apoyas, al unirte, es corrupto, te consumirá y te volverá corrupto. Te volverás uno de ellos, una persona más metida en discusiones políticas y debates sin sentido, olvidando a las personas.

Adherirse al Estado es convertirse en un títere. El intentar cambiar las cosas desde “dentro” únicamente resultará en que cambies tú.  “La mosca siente mayor unión con la rana cuando está dentro de su estómago.” ¿Qué hago si quiero cambiar las cosas? Organízate, busca grupos que pretendan lo mismo, conoce a tu vecino, mejora donde vives, vuélvete autosuficiente, crea redes de ayuda mutua, lee teoría y muchas otras opciones existen. Pensar que la única manera de hacer un cambio es votando o a través de la política es perder antes de haber iniciado.

Entonces, ¿para qué estoy escribiendo todo esto para una revista de la Cámara de Diputados? ¿No es contradictorio e hipócrita decir que los jóvenes no deberían participar en la política y participar? No estoy en contra de que la población y los jóvenes que quieren hacer cambio participen en la política.

Estoy en contra de que piensen que es la única solución y pensar que participar en la “política” signifique meterse a alguna de las cámaras, a una rama del gobierno o algo por el estilo. Decir que no se debe votar porque nadie se preocupa por ti, en la mayoría de los casos, únicamente beneficia a la reacción y a los oportunistas de derecha. Vota y participa en el parlamento, pero esto debe ser comprendiendo que es para reducir la cantidad de sufrimiento y con un fin no reformista.

Participar y meterse a la política buscando reformas y hacer un cambio “interno” es venderse. Las personas, los jóvenes, podemos usar el parlamento para denunciar la propia política, demostrar que, a todos los partidos y sus políticos, no les importamos. Y mientras hacemos esto podemos hacer otras cosas fuera de estas esferas institucionalizadas y “formales”.

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor o autora.


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