Luis Andrés Cano Silva
Licenciatura en Ciencias Políticas
En el siglo XXI, el acceso a Internet se ha convertido en un derecho fundamental tan esencial como el agua potable o la electricidad. Sin embargo, millones de personas en el mundo aún carecen de conexión a la red, lo que las excluye de oportunidades educativas, laborales y sociales. Garantizar una conectividad universal no es solo un desafío tecnológico, sino una obligación ética y una necesidad económica.
La brecha digital: un problema de desigualdad
Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), alrededor de 2.600 millones de personas siguen desconectadas. Esta brecha digital afecta principalmente a zonas rurales, países en desarrollo y comunidades marginadas. Mientras que en las ciudades el 5G avanza a pasos agigantados, hay regiones donde ni siquiera llega la señal básica de telefonía.
Esta desigualdad profundiza las diferencias sociales:
- Educación: Estudiantes sin internet no pueden acceder a plataformas de aprendizaje en línea.
- Economía: Pequeños empresarios pierden oportunidades por no estar en el comercio digital.
- Salud: La telemedicina, una herramienta clave en áreas remotas, es inaccesible para muchos.
Inversión y cooperación global
Lograr una conectividad universal requiere inversión en infraestructura, pero también políticas públicas inclusivas. Algunas medidas clave serían:
1. Expandir redes de fibra óptica y satelital en zonas remotas.
2. Fomentar alianzas público-privadas para reducir costos de despliegue.
3. Regular tarifas accesibles para que internet no sea un lujo.
4. Promover tecnologías alternativas , como redes comunitarias.
Internet como derecho humano
En 2016, la ONU declaró que el acceso a internet es un derecho humano. Sin embargo, esta declaración no se traduce en acciones concretas en muchos países. Los gobiernos deben priorizar la conectividad en sus agendas, entendiendo que sin ella el desarrollo sostenible es imposible.
Conclusión
La conectividad universal no es un sueño lejano, sino meta alcanzable con voluntad política y cooperación internacional. En un mundo cada vez más digital, quedarse fuera de la red es quedarse fuera del futuro. Es hora de actuar para que nadie se quede atrás.
Por una red global, justa y accesible para todos.
Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor.