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Reformar al Estado


Jorge Emmanuel Badillo Ortiz / Facultad de Derecho, Universidad Nacional Autónoma de México

Tradicionalmente, el ser humano se ha dado cuenta de que la mejor manera para sobrevivir es <<coexistir>> con seres de su misma especie; así, dio lugar a <<agrupaciones>> que con el paso de los años adquirieron una progresiva complejidad, hasta el punto de consolidar un sistema político, jurídico y económico que les diese estabilidad a sus actividades, –un rumbo al actuar de cada día–. De tal suerte que, a la par de esos años se establece la figura que hoy conocemos como “Estado”, del cual muchos autores han hecho ya teorías sobre su origen y naturaleza; por tal motivo, lo que pretendo realizar en este breve artículo es una reflexión sobre “el Estado en la actualidad, su transformación y sentido”.

La idea más desarrollada o difundida sobre la justificación y existencia del Estado es la de un “contractualismo”, donde los individuos ceden parte de sus derechos y libertades a cambio de obtener seguridad, protección, progreso, incluso en el paradigma actual, el reconocimiento y garantía de sus “derechos fundamentales”. Precisamente bajo la idea de ese “contractualismo”, a lo largo de los últimos cinco siglos(1)  ha imperado siempre un <<discurso>> que orienta el rumbo del Estado, por tal motivo, frecuentemente nos encontramos con diversas corrientes ideológicas que tratan de explicar por qué su camino es el idóneo para seguir.

Todo ello ha desembocado en distintas “formas de Estado y gobierno”, caracterizadas por uno u otro elemento distintivo, sea por la época, o por los intereses pretendidos; el caso es que ha podido prevalecer una organización social, –se fortalece el fenómeno civilizador que ofrece el Derecho y la Política–. Dicho lo anterior, es ya una ultima ratio: <<no dudar de la permanencia del Estado>>; sin embargo, como cualquier otro fenómeno de las ciencias(2) no está exento de afrontar diferentes tipos de problemáticas, pues, para su “permanencia” en el tiempo, ha sido una constante encontrar los mecanismos para materializar –o al menos tratar de hacerlo– las expectativas jurídicas, políticas y económicas que se encomiendan al Estado.

De este modo es que nos encontramos con el fenómeno de “reformar al Estado”. A tal efecto veamos, primero, ¿por qué se reforma?, esencialmente porque la estructura bajo la cual se encontrase operando el Estado ya no es suficiente para cumplir con las expectativas jurídicas y político-económicas, o bien, resultará insostenible en un futuro cercano, por lo que los fines y planeaciones posteriores serán ineficientes. En segundo lugar –y parte fundamental de este trabajo–, ¿qué se entiende por reformar al Estado?, ¿cuáles son los alcances que puede llegar a tener su “reforma”?, bien,  generalmente se opta por este mecanismo bajo la siguiente lógica: el Estado tiene uno o varios problemas que no pueden seguir así, por ello, hay que solucionarlo, por lo tanto –se dice– ¡reformémoslo!, esto significa, modificar la Constitución, leyes, reglamentos, o cualquier otro documento jurídico vinculado, y ya (hemos cumplido con nuestro trabajo); si bien de manera tácita o práctica es correcta esta manera de entender la situación, solo es una parte del problema, por lo cual, procuraré a modo de conclusión, esbozar qué más implica “reformar al Estado”, su alcance y sentido.

Reformar al Estado implica una transformación integral, pues no estamos hablando de que sea un cambio dirigido a unos cuantos, o bien, que los efectos de la transformación solo repercutan en algunas estructuras; es como si quisiéramos evitar que el agua se cuele a una casa, por lo cual solo colocamos recipientes para contenerla, pero sin realmente arreglar los problemas que el inmueble tuviese en su construcción. El Estado necesita una transformación <<de fondo y de forma>>, de modo que, haya una planeación adecuada, y la manera en que interactúe en la práctica no suponga conflictos adicionales, por ejemplo, la educación superior, el problema no se resuelve creando a diestra y siniestra más universidades, sino fortaleciendo los conocimientos de los estudiantes para que cuenten con las competencias necesarias y así ostentar un lugar dentro de dichas instituciones; también, para el caso de la atención médica en lugares marginados, si bien aquí sí pudiese ser viable construir nuevos centros de salud para acercar a las personas a este servicio, si además no se planea adecuadamente su funcionamiento, será imposible su continuidad. Lo anterior, a su vez, implica las propias libertades de las personas, a través de la clásica distinción del sentido negativo y positivo de la misma, pues en el primer caso, nos referimos a la no obstaculización para que las personas actúen como mejor les parezca y, en el segundo caso, donde las personas tengan la autonomía para ejercer su libertad.(3)

Con la anterior explicación y ejemplos de diferentes tipos de problemáticas, podemos identificar algunas de las causas y consecuencias del porqué la mayoría de supuestos proyectos que pretenden una reforma no alcanzan sus objetivos, también, la importancia de un <<proyecto transversal>>, ya que no se trata de un simple acto legislativo (modificar leyes), pues “reformar al Estado” es ese conjunto de acciones que materializan la convergencia del derecho, política, economía, filosofía, et. al. en la formulación del “ser” y el “deber ser” de la entidad pública.

Referencias:
Gómez, Carina, Introducción a la teoría política, Tirant lo Blanch, México, 2022.
Montero, Jimi (cord.), La filosofía de los derechos humanos, Tirant lo Blanch-Facultad de Derecho UNAM, México, 2021.
Sartori, Giovanni, La Política, Lógica y método en las ciencias sociales, Fondo de cullúra económica, México, 2019.
Serrano, Sandra y Vázquez, Luis, Los derechos en acción. Obligaciones y principios de los Derechos Humanos, 2da., ed., Flacso, México, 2021.

1 Para algunos autores, la figura tal cual de “Estado” surge en el siglo XV, para otros surge desde fechas más tempranas. El hecho es, que todos coinciden en que a finales de la Edad Media, los sistemas políticos y jurídicos ya tenían una forma, un mecanismo de funcionar, parámetros equiparables al propio “Estado”.
2 Sea perteneciente a las “ciencias naturales” o a las “ciencias sociales”.
3 Cfr. Berlien Isaiah, dos conceptos de libertad. Pues, si bien pueden existir ciertos matices, o nuevas dimensiones alrededor lo que implica la el concepto, estos dos sentidos son elementales para que podamos hablar verdaderamente de que las personas cuentan con “libertad”.

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