Hay una cuestión de la que se habla mucho en estos días: la ciudadanía; si nos remitimos a lo que nos dice el texto constitucional encontraremos que, como dirían los abogados en términos del artículo 39 constitucional “La soberanía reside esencial y originalmente en el pueblo, todo poder público dimana del pueblo y se instale para beneficio de este…”
¿Qué es un ciudadano o qué es la ciudadanía? Esta es una titularidad de derechos y obligaciones por parte del individuo frente a un ente (en este caso el Estado) al cual puede o no pertenecer, en este orden de ideas no puede haber un ciudadano pleno sin una democracia plena.
Sumado a esto, también vemos que la ciudadanía tiene como uno de sus valores principales, por así decirlo, la libertad, sea de pensamiento o de expresión. Es decir, vemos como hoy en día expresar una libertad de opiniones en relación a un tema no solo se limita a izquierda y derecha (chairos y fifís, respectivamente) sino que vemos una variedad de pensamientos y de opiniones que no se pueden acotar a quieres un aeropuerto aquí sí o no, sin buscar confrontar. Para entrar en materia, estaremos viendo, según lo indicado hasta el momento, un gobierno que durante estos cuatro años ha buscado “cambiar”; un cambio en la forma de gobernar y en la forma de hacer política, en ocasiones parece improvisada o maquiavélicamente planeada para establecer una división y no generar consenso entre nadie que no sea “gobierno”.
Ahora bien, las consultas ciudadanas son una forma de verificar el consenso popular respecto de un tema en particular, siempre y cuando éstas sean realizadas en términos que la ley prevea. Son llamados también “ejercicios participativos”. Sin embargo, usados de mala manera pueden generar que regímenes autoritarios logren su perpetuidad en el poder, entre otros fines más.
Sin embargo, volviendo al tema de la legalidad, podemos decir que el sistema democrático real busca que se legitimen dichos ejercicios a través de un umbral mínimo para su toma en cuenta (cosa que algunas consultas no poseen) es por lo que un referéndum, un plebiscito, consulta ciudadana o cualquier medio participativo es más óptimo a nivel local que el federal, ya que se pueden identificar más fácilmente intereses y necesidades de la población, contrario a lo que una consulta federal o nacional puede lograr.
En teoría, estas formas de democracia son para que el ejercicio del sufragio no sea la única forma de expresar nuestro derecho de acceso a un sistema democrático, sino que se le busque dar un seguimiento para un correcto funcionamiento de la democracia participativa, porque las decisiones son en beneficio de todas y todos.
En el actual gobierno se pretende realizar ejercicios de este tipo, sin embargo, la problemática radica en que, más allá de un verdadero ejercicio representativo y democrático, es una promoción a la imagen a través de mecanismos institucionales.