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Seguridad hídrica en México y tratamiento de aguas residuales


Luis Ibáñez Marín / Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana

En este artículo nos referiremos a la problemática del medioambiente en México y cómo podemos darle una solución desde el ámbito legal. Hay que analizar dos conceptos que son vinculantes: la vulnerabilidad y la seguridad hídrica.

Con la primera podemos medir el posible riesgo y consecuencias, es decir, los daños que generan los procesos biofísicos y sociales que pueden provocar a los ecosistemas y a la población. La seguridad hídrica nos enseña cómo se pueden satisfacer las necesidades sociales, como lo es el agua, y preservar el uso responsable y sustentable de los ecosistemas terrestres y acuáticos. 

También propicia tener una visión en la que seamos conscientes de que el agua nos sirve para la producción de alimentos de calidad, es decir, que es muy importante cuidar el agua, tener la capacidad de producir estos alimentos sin afectar los recursos hídricos que se encuentran disponibles en cantidad y calidad, además de contar con la estructura adecuada para regular en la sociedad el control del agua, ya que ésta es un medio para producir algo y así llegar al producto final. 

El control y la distribución es clave para el cuidado de los recursos hídricos; hay muchos intereses tanto del sector público como privado, lo que puede llevar a conflictos o disputas por el control del agua. “La vulnerabilidad es un estado en el que se puede ser herido o lesionado física o moralmente. Para que el daño ocurra deben presentarse las siguientes condiciones: a) un hecho potencialmente adverso (un riesgo endógeno o exógeno); b) incapacidad de respuesta frente a esa contingencia; y c) inhabilidad para adaptarse al nuevo escenario generado por la materialización del riesgo.” (García, 2008). 

La vulnerabilidad conforma muchos problemas ambientales que abarcan lo social, económico y ecológico. La podemos entender como un ciclo por el cual las personas y los ecosistemas se encuentran en una situación de riesgo en la que pueden verse afectados y amenazados por factores sociales y biofísicos. Estos factores son aquellos que se relacionan con el estudio de la vida en todos los ámbitos: átomos, moléculas, células, organismos y ambiente. 

Para entender la problemática del agua hay que analizar la definición, de forma clara y precisa, de vulnerabilidad socio ambiental: es el proceso que lleva a situaciones críticas e irreversibles en la cantidad y calidad de los recursos hídricos, lo que conlleva a poner en riesgo el desarrollo humano y el correcto funcionamiento de los ecosistemas. 

El que una región o país se encuentre en situación de vulnerabilidad socio ambiental puede ser señal de falta de respuesta a la problemática, lo que vulenera la seguridad hídrica. Quiere decir que no se cuenta con la suficiente capacidad de la sociedad para: “a) una adecuada cantidad y calidad de agua para el funcionamiento de los ecosistemas, b) la producción y autosuficiencia alimentaria, c) la satisfacción de las necesidades básicas de la población, d) la reducción y el manejo adecuado de los conflictos y disputas por el agua; y e) la capacidad para prevenir y enfrentar desastres como sequías, inundaciones y epidemias asociadas con enfermedades por problemas hídricos, como el cólera. En este sentido, se puede inferir que existe una relación inversamente proporcional entre vulnerabilidad socioambiental y seguridad hídrica.” (García, 2008).  

Estabilidad hídrica y escenarios de crisis 

Entre los recursos a integrar en la investigación de vulnerabilidad socioambiental, en México permanecen los componentes que en la actualidad conducen a un escenario de más grande peligro y que están afectando la estabilidad hídrica. Como se observa, la mayoría de la nación está en una situación crítica. Las tendencias parecen no estar cambiando y otras, inclusive, se agudizarán.

Entre los primordiales componentes de peligro y pérdida de la estabilidad hídrica para el territorio permanecen el calentamiento global y las variaciones en el patrón de precipitación; la reducción de la disponibilidad de agua y la más grande presión hídrica; la escasez de agua en metrópolis medias y monumentales; la contaminación y el deterioro de la calidad del agua; los conflictos y disputas por el agua, además del crecimiento de los niveles de pobreza y diferencia social.

Debido al calentamiento global y precipitación, la frecuencia de fenómenos climáticos, como sequías y huracanes en las distintas zonas hidrológicas de la nación va a ser más grande. 

Para ejemplificar, las zonas áridas tenderán a la sequía, a lo largo del tiempo van a suceder fenómenos extraordinarios, como la existencia de lluvias e inclusive inundaciones en periodos jamás previamente registrados (los casos de inundaciones en Chihuahua y Tamaulipas en 2004). Tal situación perjudicará, sin lugar a dudas, a la población que habita en las regiones con propensión a sequías e inundaciones, así como las ocupaciones agropecuarias y pesqueras que están sujetas a las condiciones climáticas relacionadas con la precipitación y temperatura. 

Reducción en la disponibilidad 

Si consideramos las mismas tendencias de incremento demográfico y los niveles de proporción de agua hasta el año 2000, podemos ver que el caso de la nación se tornará crítica hacia el 2025. Según los datos analizados, la disponibilidad de agua descenderá y llegará a niveles muy bajos en las zonas de la Península de Baja California, Río Bravo, Cuencas Centrales, Balsas, Lerma y Valle de México.

Otras estarán bastante cerca de este escenario, como el Noroeste, Pacífico Norte y Golfo Norte. Solamente las zonas del sur y sur- este estarán en una situación no crítica, ya que cuentan con alta disponibilidad de agua para saciar los requerimientos poblacionales. 

De seguir los mismos niveles de demanda de agua para la población, la agricultura y la industria, y la misma disponibilidad de agua que para el año 2000, el escenario para 2025 es, entonces, dramático.

Es importante, basado en la pluralidad de componentes que conducen a un escenario de vulnerabilidad y pérdida de la estabilidad hídrica, enseñar un panorama universal del caso del agua en México y sus tendencias en los siguientes años.

La dificultad que aparece al aprender dichos componentes es lo que llevó al desarrollo de una iniciativa metodológica que ha incluido puntos cuantitativos y cualitativos en la investigación. Es entendible que el análisis ha sido de carácter indicativo y, por consiguiente, ha sido un diagnóstico general para ver dónde estamos y hacia dónde vamos. Los usuarios del agua y demás actores relacionados, siguen satisfaciendo sus necesidades sin tomar en consideración el efecto sobre los otros.

Las distintas ocupaciones productivas al crear desperdicios varios son las fuentes primordiales de contaminación de los diferentes cuerpos de agua. Lo que se traduce en la desaparición de vegetación, así como en el deceso de peces y demás animales acuáticos. Por otro lado, la descarga directa a cuerpos de agua de las aguas residuales generadas en estas ocupaciones limita la utilización del recurso para los diferentes usos productivos, como riego, pesca, agricultura, consumo (agua potable) y recreación.

En resumen, la carencia de coordinación entre usuarios y autoridades, aunado a la carencia de un correcto procedimiento y reuso de las aguas residuales generadas, conducen a la sobre explotación del recurso, la contaminación de ecosistemas, la degradación de los suelos y a un efecto negativo sobre la estabilidad alimentaria.

“El tratamiento de aguas residuales se ha convertido en una prioridad dentro de las agendas políticas en México. En el sexenio 2000-2006 se lograron avances im- portantes al incrementar el porcentaje de agua residual tratada del 23% al 36.1%. “(de la Peña et al., 2013)

“En este mismo sentido, de acuerdo a los objetivos planteados en el PNH 2007-2012, el caudal de aguas residuales tratado se incrementó en 11.4%, llegando a un 47.5%, lo que representa un caudal tratado de 99.8 m3/s, con lo que se logró duplicar la cobertura del año 2000 al 2012.” (de la Peña et al., 2013)

En México, el Regimen Federal promueve y coordina el financiamiento de la infraestructura en la zona agua potable, alcantarillado y saneamiento, destinados a robustecer el desarrollo técnico y la autosuficiencia financiera de los organismos operadores de la nación, por medio de la aplicación de programas y actividades que impulsen el aumento en sus eficiencias y la prestación de superiores servicios.


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