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Seguridad pública en México, ¿un cambio de estrategia en el gobierno?


Brian Vicario Figueroa / Director de Enlace y Vinculación Institucional de Juventud Real

En política no existen las coincidencias y el país no es la excepción; es evidente que algo está sucediendo en nuestro territorio si de “seguridad pública” hablamos. En los últimos años hemos observado cómo desde el gobierno federal se ha planteado una estrategia que no ha dado los resultados esperados.

Expertos en la materia la califican de fallida, endeble, poco eficaz. Las políticas públicas establecidas en este ámbito por el propio presidente han sido cuestionadas y criticadas en varios sectores.

La famosa frase “abrazos y no balazos” expresada por el jefe supremo de las fuerzas armadas genera polémica y poca confianza en la sociedad, pero ¿cuáles han sido los puntos centrales en la política de seguridad del gobierno federal? Andrés Manuel López Obrador ha reiterado en diversas ocasiones que es imposible “combatir la violencia con más violencia”; “no se puede apagar el fuego con el fuego”; “no se puede enfrentar el mal con el mal”.

Desde su campaña presidencial estaba claro que en materia de seguridad se iban a implementar nuevas acciones que buscaban brindar objetivos certeros para garantizar el bienestar en la población. de acuerdo con el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del 2018 (Francisco Alfonso Durazo Montaño), las políticas públicas en el ámbito las conformaban cinco puntos clave: 1- La amnistía a los delincuentes y el desarme de los cárteles buscaba el “perdón” de las víctimas, así como una reducción de las penas a los infractores de la ley, a cambio de aceptar su culpabilidad. 2- Legalización de las drogas. Este asunto señalaba que existieran ciertas drogas legales en nuestro país, con ello se buscaba reducir la violencia generada por el control de la producción y trasiego de drogas. 3- Creación de la Guardia Nacional. En este punto se planteó una nueva institución de carácter “civil” compuesta por elementos de las policías militar, naval y federal que combatiera al crimen organizado. 4- Combate a la corrupción. A ésta se les describió como uno de los problemas más grandes de todo el país, por lo que se buscó enfrentarla desde el ámbito constitucional. 5- Atender las causas, acabar con la impunidad y promover los derechos humanos. En esta cuestión se buscaba atacar a la delincuencia desde el origen, plantearon acabar con la pobreza a través de los programas sociales del gobierno, pues aseguraban que ésta hacía a la población presa fácil del crimen organizado; asimismo pretendían acabar con la impunidad de Estado que protegía a los criminales, así como promover los derechos humanos.

Estos puntos eran la columna vertebral de la política de seguridad en nuestro país, sin embargo, la estrategia no ha sido del todo eficaz. Recordemos tan sólo el llamado “Culiacanazo”, el 17 de octubre del 2019, cuando Culiacán, Sinaloa, se convirtió en un escenario de guerra. El gobierno federal y el estatal se vieron rebasados por el crimen organizado, obligando al Estado mexicano y a sus instituciones a cumplir las órdenes del “Cártel de Sinaloa”, liberando a Ovidio Guzmán, “El Ratón”, cuando éste ya había sido capturado por las fuerzas armadas. Aquella vez el gobierno de México argumentó que prefería salvar vidas inocentes de los sinaloenses pues la captura de dicho criminal hubiera convertido a toda esa ciudad en un campo de batalla.

Si de números hablamos, los homicidios dolosos en el actual gobierno hasta junio del presente año eran de 121 mil 642 asesinatos, cifras que el propio Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública nos brinda; cantidad mayor a las 120 mil 463 víctimas mortales en todo el sexenio del presidente Felipe Calderón Hinojosa.

El tema de las desapariciones en México, es sumamente preocupante y es un ámbito donde los resultados tampoco son positivos, con datos de la propia Comisión Nacional de Búsqueda, de la Secretaría de Gobernación, resultan abrumadoras las cifras; tan sólo  en el gobierno de Felipe Calderón se concentraron un aproximado de 17,000 reportes de desaparición, en el sexenio de Enrique Peña Nieto se registraron alrededor de 35,000 y en el actual, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, es una cifra cercana a 31,000 registros de desaparición.

Los resultados son alarmantes y la estrategia de seguridad parecía indicar que seguía por una misma ruta, sin cambios y con un mismo discurso, sin embargo recordemos que en política las casualidades no existen: sospechosamente la reunión del Presidente de México Andrés Manuel López Obrador con el Presidente de los Estados Unidos de América, Joseph Biden, celebrada el 13 de julio del presente año, ocurrió en la misma semana cuando la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, en coordinación con la Guardia Nacional, realizaron uno de los operativos más emblemáticos de la capital del país.

Después de una intensa balacera fue detenido un grupo de delincuentes pertenecientes al cártel de Sinaloa, así como el decomiso de droga y armas de alto poder, en la alcaldía Tlalpan, de la Ciudad de México. Esa misma semana, el 15 de julio, dos días después de la reunión que sostuvieron los jefes de Estado, llegó una noticia que impactó a todos: la detención en nuestro país de uno de los capos más buscados del mundo, Rafael Caro Quintero, probablemente el narcotraficante más conocido de México y quien tenía una orden de extradición por el país vecino del norte; coincidentemente, ese mismo día de la captura, ocurre un “accidente aéreo” en Sinaloa, el desplome de un helicóptero de la Secretaría de Marina que dejó un saldo de 14 marinos fallecidos que, curiosamente, participaron en el operativo contra el capo.

La información no paró. Hace una semana nuevamente la Ciudad de México se convirtió en noticia nacional. Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Ciudadana de la capital del país, anunció el decomiso de 1,680 kilogramos de droga proveniente de Colombia y que tenía como objetivo final Los Ángeles, California, lo que representa uno de los mayores golpes al narcotráfico en el presente gobierno.

Un tema no menor ocurrió en Guerrero hace apenas unos días, en la llamada región de Tierra Caliente, donde se realizó uno de los operativos más grandes en la administración de Andrés Manuel López Obrador. Aunque fue fallido, el objetivo principal era la captura de José Alfredo Hurtado Olascoaga, alias “El Fresa”, y Johnny Hurtado Olascoaga, alias “El Pez”, presuntos líderes de la Familia Michoacana.

Si bien es cierto que no podemos asegurar que el gobierno vecino de Norteamérica esté influyendo en materia de seguridad en nuestro país, es claro que la estrategia del gobierno federal tiene cambios significativos. Desde el llamado “Culiacanazo” no habíamos observado acciones de esta magnitud contra el narcotráfico y menos de forma tan continua. ¿Será que la política de “abrazos y no balazos” terminó?

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