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Sí nos importa: comunicado en un mundo en conflicto


Santiago Díaz-Dopazo

El pasado 07 de octubre se vivió en Tierra Santa el inicio de uno de conflictos bélicos más sanguinarios de los últimos años: terroristas del grupo islamista Hamás se filtraron a territorio de Israel y desencadenaron una matanza de decenas de personas inocentes, secuestrando también niños, mujeres, y ancianos.

La respuesta del gobierno israelí ha sido brutal, con miles de muertos, un conflicto regional que saca chispas, y el enfrentamiento entre distintos puntos de vista en países de todo el mundo y lugares tan desiguales como universidades, las calles y, por supuesto, las redes sociales.

No hablaré en este espacio sobre el conflicto, sus raíces o las motivaciones detrás de cada uno de los bandos. Tampoco haré un análisis sobre lo que se ha dicho en las redes sociales: es evidente que en un ambiente digital donde casi todas las opiniones son válidas y todos pueden opinar, el caos informativo es una pesadilla. En cambio, quisiera centrarme en la comunicación interna.

Este tipo de comunicación hace referencia a los menajes e información que se diseñan, planifican y comparten dentro de una organización. La audiencia más importante siempre son los empleados: no solo una compañía es exitosa y se diferencia por el desempeño de los trabajadores, sino que también son su columna vertebral: sin su talento y compromiso, una organización no es nada.

Ahora bien, vivimos en un mundo hiperconectado y globalizado donde los conflictos y situaciones sociales y políticas pueden tener un impacto en nuestra oficina, a pesar de estar física y hasta culturalmente alejada de dicha situación. El caso del conflicto entre Israel – Hamás ha trascendido para convertirse en una pieza de debate que no conoce limitantes, y para el cual muchos esperan que sus empleadores también tengan un punto de vista.

Esto surge de la tradición empresarial del siglo XXI, donde las compañías ya no solo son organizaciones capitalistas centradas en generar dinero y mantener felices a sus inversionistas. No, ahora va mucho más allá de eso y las empresas son parte de un ecosistema social y deben cuidar su reputación para que esta sociedad, a su vez, les brinde una “licencia para operar”.

Con esta licencia pueden continuar sus negocios sin interrupciones y con el favor de sus diferentes grupos de interés: empleados, consumidores, reguladores, proveedores. Al final, se trata de que la empresa cuide sus criterios ESG: Environmental, social, and corporate governance.

Aquí el aspecto relevante es el social que, entre muchas otras cosas, pide que las organizaciones no sean meras espectadoras de los conflictos y cambios; que tomen posiciones, opinen y actúen de acuerdo con sus valores (un ejemplo es cuando muchas empresas abandonaron Rusia por la invasión a Ucrania el año pasado).

Regresando a la comunicación interna, los empleados esperan posiciones, declaratorias y acciones de sus empleadores, cosas que resuenen con sus propios valores. La indiferencia y el silencio es una mala estrategia cuando las cosas en el mundo parecen ser desalentadoras. En cambio, una empresa que muestra solidaridad y empatía está diciendo a sus empleados que le importan y eso es invaluable.

Estas respuestas ante las coyunturas deben hacerse con inteligencia, estrategia y de forma inclusiva. También vivimos en una época de debates, discordancias y fragmentación social: tomar un bando u otro implica que muchos queden fuera y se sentirán disgustados.

Por ello, no se trata de tomar bandos de forma automática, sino demostrar con acciones – no solo palabras – que, de nuevo, sí les importa. Ser coherentes, mostrar preocupación genuina, poner a disposición formas de mantener seguros a los empleados – especialmente en temas de salud mental –, realizar acciones de ayuda – como donaciones -, brindar herramientas de escucha, presentar al líder directamente hablando de estos temas; son algunos ejemplos de acciones relevantes.

Al final, los empleados reconocerán estas acciones y se sentirían felices de estar en una organización que no tapa la realidad con un dedo. De nuevo, se trata de ser cautelosos, tomar en consideración a todos los grupos de interés, pero al mismo tiempo mostrar firmeza en los mensajes y una narrativa clara y fácil de comprender: no cambiar de opinión de una semana a otra.

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor o de la autora.


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