Necesitamos ser auténticos

Uno de los aspectos más interesantes del ser humano es su capacidad de autocrítica, de ver el interior de sí mismo y poder emitir un juicio de valor respecto de su propia vida. Esa costumbre que nuestros padres o abuelos llamaban el “examen de conciencia”, que consiste en examinar nuestro día a la luz de la propia conciencia, nos ayuda a ser auténticos.

No quiero decir con esto que esas generaciones hayan sido mejores que la nuestra, o que debamos volver a tiempos pasados simplemente por un falso romanticismo o porque no queramos adaptarnos a nuestra época.

No todo el tiempo pasado fue mejor. En la historia personal de cada uno de nosotros habrá momentos que recordemos con agrado y otros que quisiéramos recordar como un mal sueño. El hecho es que no podemos vivir de recuerdos, ni tampoco de ilusiones respecto del futuro. Estamos viviendo un momento que exige a cada uno aportar el cien por ciento de nuestras capacidades y para lograrlo es necesario un mínimo de autenticidad.

Esto aplica a la vida de cada hombre en particular y a la de todo el conjunto que llamamos sociedad. Ya no es el tiempo de volver atrás. Muchos hemos analizado y aprovechado la historia de nuestros héroes y “villanos”; tal parece que no podemos vivir sin ellos. Por todos lados nos acompañan, cual chaperones que nos impiden estar a solas con nuestra vida real y, al mismo tiempo, nos impiden ser auténticos. Vivimos una realidad distinta a la de nuestros padres; distinta, igualmente, a la que vivirán nuestros hijos y nietos.

Definitivamente no es ético apoyarse en filosofías o ideologías que en su tiempo respondieron a una necesidad y trasladarlas, sin más, al presente. Nuestra vida, tanto a nivel individual como social, exige una respuesta aquí y ahora. Muy fácil resulta a un gobierno justificar su actuación, buena o mala, apoyándose en esquemas ideológicos cuyos autores no pueden argumentar nada a favor o en contra.

Es importante que, a través de la autocrítica y el autoconocimiento, ética y moralmente nos digamos: ¿hice esto bien o mal? ¿Le hice bien o mal a alguien con mis acciones o con mi poca formación de la conciencia?

Es momento de plantearnos seriamente la situación del presente. En la medida que aceptemos la responsabilidad de ser auténticos podremos resolver los problemas que se nos plantean en nuestros días.

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