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Valores y la juventud


Maikel Ansted Hoffmann

Hablar de los valores y virtudes es una cosa, pero vivirlos es otra historia que a veces la sentimos imposible. ¿Realmente es tan difícil? La respuesta es no. Requiere cierto esfuerzo, perseverancia, sobre todo, conciencia, pero no es tan difícil. Con algunos pasos simples podremos lograr que la vida, sus acciones y la sociedad tengan como columna vertebral a los valores y que, por ende, las virtudes sean la finalidad.

Desde niño el hombre adquiere un sentido ético de lo correcto y de aquello que no lo es. Este sentido ético que es la conciencia no puede ocultarse, no puede callarse a lo largo de su existencia, aunque sí puede disfrazarse y justificarse a través de innumerables teorías y prácticas que se van inculcando hasta crear deformidades que, en muchas ocasiones, llegan al límite de la normalidad psíquica del hombre. Sin embargo, y en condiciones normales, el hombre conservará este sentido de la conciencia durante toda su vida y lo transmitirá a sus hijos y a quienes le rodean.

La conciencia puede educarse tanto en un sentido positivo, la virtud, como en uno negativo, el vicio. Existe en el hombre una tendencia muy fuerte hacia el mal y, por consiguiente, la voluntad debe hacer un gran esfuerzo por dirigir la conducta hacia el bien, no hacia el egoísmo, sino hacia el sentido del amor.

Por otra parte, la conciencia individual se traduce generalmente en acciones que tienen trascendencia al individuo, es decir, en acciones de tipo social. El hombre no es un ser aislado, es un ser que vive y comparte su existencia con otros. Sus acciones repercuten en los demás y en la sociedad entera.

Decir que el hombre se pertenece a sí mismo es egoísmo. El hombre es un ser abierto; un ser comunitario.

El hombre conserva en sí mismo, como característica fundamental de su persona, la libertad, que no es, como pretendían los liberales “un dejar hacer, dejar pasar", sino que es el compromiso en la acción para el bien común. Este bien común se antepone a los intereses de tipo egoísta tan marcados con la sociedad actual, sobre todo en los jóvenes.

¿Por qué existe una marcada diferencia en la sociedad actual mexicana en cuanto al sentir ético, si se supone que los Primeros Principios Morales rigen la conducta moral de todo ser humano? En gran parte, por la deformación que impone el medio ambiente dirigido por una élite egoísta empeñada en deformar el más profundo sentido moral a través de una filosofía egoísta.

La conciencia no es la suma de las conciencias individuales; no es lo que piense la mayoría, ni lo que digan las estadísticas u otros sondeos de opinión que generalmente son manipulados y manipuladores. El hombre es libre de seguir los dictámenes de su propia conciencia aun cuando estos vayan en contra de la suma de la colectividad. Si su conciencia está bien formada, bien educada, será un hombre de bien.

El 12 de agosto celebraremos el Día Internacional de la Juventud, y quiero terminar este artículo dirigiéndome a los jóvenes que me leen:

Joven, lamentablemente, la conciencia en la sociedad que vivimos, los valores y las virtudes se están perdiendo. ¿Por qué? Porque nos olvidamos de los demás… ¡ése es el gran problema de la sociedad actual! “Primero yo, luego yo y después yo”. Y no, obviamente tenemos que ver por nosotros mismos, pero la sociedad se enriquece mediante el servicio a los demás. Si formamos y educamos nuestra conciencia con lo correcto, lo verdadero, con valores y virtudes, y no con las modas, mejoraremos este mundo de forma increíble. Recuerda: ¡Es mejor ser diferente… pero con valores!



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