Investigación / A Profundidad


news

La Cumbre de las Américas, entre fricciones y vetos


Aída Espinosa Torres

El anuncio de Estados Unidos como anfitrión de la Cumbre de las Américas 2022, de no invitar a Cuba, Nicaragua y Venezuela por no tener gobiernos democráticos, desató una ola de amenazas de inasistencia en varios países latinoamericanos, encabezados por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. A la postura del Ejecutivo Federal se sumaron Honduras, Guatemala, los 15 países que integran la comunidad del Caribe (Caricom), Bolivia y naciones como Argentina y Chile pidieron a la Casa Blanca que reconsiderara la lista de invitados, que hasta finales de mayo no había sido revelada oficialmente.

Debido a la presión de estos países, el presidente Joe Baiden retiró algunas sanciones económicas a Venezuela; reactivó el programa de reunificación familiar a Cuba y levantó el límite de envío de remesas a la isla.
Finalmente, el 6 de junio el presidente Joe Biden inauguró la cumbre con 23 mandatarios y la ausencia de por lo menos nueve (incluyendo tres no invitados). Por parte de México asistió el canciller Marcelo Ebrard. El presidente estadounidense habló sobre la importancia de la región y la necesidad de abordar de manera colectiva los desafíos que enfrenta el hemisferio, y anunció la negociación de un nuevo acuerdo económico.

Rumbo a la Cumbre de las Américas

A fines de enero pasado, el presidente Joe Bien convocó a una nueva edición de la Cumbre de las Américas, del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, California. De acuerdo con la Organización de Estados Americanos (OEA), estas cumbres reúnen a los jefes de Estado y de Gobierno de los Estados Miembros del Hemisferio para debatir sobre aspectos políticos, afirmar valores comunes y comprometerse en acciones concertadas con el fin de hacer frente a los desafíos que enfrentan los países de las Américas. El encuentro, tradicionalmente reúne a 34 líderes de Norte, Sur y Centroamérica.

Los ejes de la agenda, entre otros: inmigración, defensa a la democracia y la recuperación económica. También, de acuerdo a lo declarado por representantes de EE.UU: el combate a la pandemia del Covid-19, una recuperación “verde” y la búsqueda de un consenso hemisférico respecto de los desafíos que enfrenta hoy la democracia, como forma de gobierno, en toda la región.

Para Washington, la tarea central, expresaron funcionarios de alto rango, es reparar los daños causados a las relaciones con la región durante la presidencia de Trump. Y, en ese sentido, se enfatizaron los recientes esfuerzos para alcanzar resoluciones negociadas en crisis como las de Haití, Venezuela y en torno a Cuba, donde el presidente estadounidense dice haber tomado una postura “dura con el régimen y suave con el pueblo cubano”.

Cumbres anteriores

Se han celebrado ocho cumbres ordinarias: la de Miami (1994), Santiago de Chile (1998), Québec (Canadá, 2001), Mar del Plata (Argentina, 2005), Puerto España (Trinidad y Tobago, 2009), Cartagena de Indias (Colombia, 2012), Panamá (2015) y Lima (2018).

Además, se han celebrado dos cumbres extraordinarias, la de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) en 1996, convocada para ratificar los acuerdos de la Cumbre de la Tierra (1992) de la ONU sobre medio ambiente, y la de Monterrey (México) en 2004, a iniciativa de Canadá por los cambios de Gobierno en varios países.

Este 2022 es la primera vez que Estados Unidos sea el anfitrión de la reunión de jefes de Estado de todo el continente, desde la cumbre inaugural de Miami en 1994. En 2018, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, canceló para asistir a la Cumbre de las Américas en Lima, Perú, y en su lugar fue el vicepresidente Mike Pence, quien encabezó la delegación estadounidense en la cumbre.

Países excluidos

En abril, el subsecretario de Estado estadounidense, Brian Nichols, afirmó que Cuba, Nicaragua y el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, seguramente no serían invitados a la Cumbre, al destacar que la cita se enfocaría en los gobiernos democráticos del hemisferio Occidental. Dijo que no se espera la presencia de esos países, “en un momento en el que estamos enfrentando muchos retos a la democracia, y Cuba, Nicaragua y Venezuela no respetan la Carta Democrática de las Américas”.

Específicamente en el caso de Cuba, que estuvo en anteriores cumbres, la negativa se debe a una decisión de Biden, quien ha sido bien claro en que los países que “han tenido actuaciones que no respeten la democracia no recibirán invitaciones”.

Para el 20 de mayo, las posturas se suavizaron cuando el Departamento de Estado de Estados Unidos informó que ya se habían empezado a enviar las invitaciones, pero que no se tenía todavía una lista definitiva de invitados, y que Cuba sí podría estar entre ellos.

Días previos a esta declaración, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, se pronunció en un tuit desafiando a su homólogo estadounidense: “Quien asume el compromiso de acoger una reunión hemisférica debe tener la capacidad y la valentía de escuchar a todos, desde el Ártico hasta la Patagonia.  Se descalifica para servir de anfitrión el país incapaz de dar cabida a todos”.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, anunció que no asistiría y le envió un mensaje al mandatario Joe Biden: "Yo le digo desde aquí al yanqui, olvídense, no nos interesa estar en esa Cumbre".

Aún sin definir si se invitaría a Cuba o no, Estados Unidos convidó a España a la Cumbre. La invitación fue cursada por parte del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, a su homólogo español, José Manuel Albares, quien representaría a España.

El reclamo de México

La exclusión a estos países de la región provocó el reclamo del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien anunció que si no se rectifica solo enviará a un representante. En la conferencia matutina de Palacio Nacional, López Obrador apuntó que ésta es la oportunidad de Biden para iniciar una etapa nueva entre los países de América, aunque reconoció que llegar a acuerdos es muy complejo debido a “políticas viejas”.

Vamos a esperarnos, tengo confianza en el presidente Biden, es el momento de un gran viraje, es el momento de iniciar una etapa nueva en las relaciones de los países de América y será un ejemplo para el mundo, y solamente lo puede hacer Biden y por eso no descarto la posibilidad de que se logre este acuerdo”, subrayó. Dejó en claro que los países del Continente Americano deben relacionarse de una forma distinta.

La postura del mandatario fue secundada por muchos países de la región. El presidente de Guatemala, Alejandro Giannetti, dijo que no asistirá a la Cumbre. Xiomara Castro de Zelaya, dirigente de Honduras, afirmó que, de no estar todos los países en la reunión de Los Ángeles, entonces no podría denominarse Cumbre de las Américas. “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas. ‘El estudio más digno de un americano es América’ #JoséCeciliodelValle”, escribió la presidenta a través de Twitter.

El presidente de Bolivia, Luis Alberto Arce, afirmó que él tampoco participaría en la Cumbre si Cuba, Nicaragua y Venezuela son excluidos de la reunión.

“Consecuente con los principios y valores del Estado Plurinacional de Bolivia, reafirmo que una Cumbre de las Américas que excluye a países americanos no será una Cumbre de las Américas plena, y de persistir la exclusión de pueblos hermanos, no participaré de la misma”, escribió el mandatario en redes sociales.

Por otra parte, el mandatario de Argentina, Alberto Fernández, dijo durante su gira en Alemania que asistirá a la Cumbre en Los Ángeles, pero hizo una petición para que se invitara a todos los países de América Latina.
Posteriormente, Washington anunció un relajamiento en las sanciones impuestas a Cuba y Venezuela; reestableció los vuelos comerciales a la isla, más allá de La Habana; eliminó el límite en las remesas y reinstaló el programa de reunificación familiar.

Anunció también el levantamiento de algunas sanciones económicas contra Venezuela, entre ellas, la prohibición a la petrolera estadounidense Chevron de negociar con la estatal PDVSA, a cambio de reactivar el diálogo entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, que tenía lugar en Ciudad de México.

Qué se espera

De acuerdo con el analista Carlos Monge, el mensaje de Baiden fue claro cuando dijo: “América está de vuelta”. Indicó de este modo que se acababa la fase de aislacionismo internacional que lideró Trump y que las alianzas multilaterales, “ad hoc”, serían reconstruidas para enfrentar con mayor éxito a China y Rusia, los archirrivales de EE.UU.

Los prioridades estuvieron puestas en abandonar el pantano de Afganistán (retiro ya programado por el gobierno de Trump), reafirmar lazos con Europa Occidental y Oriental, a través de la OTAN, mostrándole los dientes al “oso ruso”, pero América Latina no era prioridad , salvo en tres planos: frenar la creciente migración de centroamericanos vía México, dar un golpe de timón en la política hacia Venezuela, donde los intentos por derribar a Nicolás Maduro por la vía militar o por medio de una alzamiento popular  demostraron ser inútiles y trabajar en sinergia con la Unión Europea y Noruega hacia una solución política y pacífica para la catastrófica crisis de ese país; por último, multiplicar los diálogos con líderes regionales con el objeto de poner obstáculos al avance de China.

Para el experto, con la cumbre se abre una posibilidad para ser capaces de llegar a iniciativas comunes que nos eximan de la obligación de tomar partido o abanderizarse en la pugna que en la actualidad enfrenta a China, Rusia y EE.UU.  Aunque parezca curioso y paradójico, esa misma pugna inter-hegemónica puede darnos la oportunidad de maximizar la voz de América Latina en el sistema internacional, siempre y cuando, claro, ésta sea capaz de hablar a coro.


Notas relacionadas