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Las mujeres que lucharon por el derecho al voto


Aida Espinosa Torres

El 3 de julio de 1955 las mujeres mexicanas de todo el país acudieron por primera vez a las urnas a emitir su voto para elegir a los diputados federales de la XLIII Legislatura. Fue posible gracias a su lucha por tener derechos políticos sin importar las veces que hubiesen sido rechazadas o minimizadas por quienes ejercían, en aquel tiempo, el poder.

En los años 30 el feminismo logró convocar a distintas organizaciones con diferentes tendencias en demanda del sufragio. El Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM) aglutinó a diversas organizaciones en una de las más grandes movilizaciones de mujeres de la primera mitad del siglo XX. Algunas ya habían participado en la Revolución como propagandistas y luego integrantes del FUPDM. El liderazgo recayó en Cuca García, maestra rural y veterana michoacana.

De acuerdo con Martha Eva Rocha, en su libro “Rostros de la Rebeldía”, Cuca García contó con un grupo de doce mujeres que discutían conjuntamente las propuestas que, una vez aprobadas, se convertían en el plan de trabajo. Desde esta posición, Cuca realizó actividades proselitistas y de apoyo constante a las mujeres campesinas y obreras.

La plataforma política del FUPDM incluyó el apartado “por el amplio derecho del voto a la mujer”, que se convirtió en la demanda en la cual se articuló la organización y movilización de mujeres durante el régimen cardenista.

Esta petición se hacía sin soslayar la lucha contra el fascismo y el imperialismo, bajar los precios de alimentos básicos, mejores viviendas para la clase obrera, clínicas de maternidad, leyes laborales compatibles con la crianza de los hijos, salarios iguales a los de los hombres al desempeñar el mismo trabajo y prohibir tratos humillantes a mujeres.

El Frente creó el Consejo Nacional del Sufragio Femenino y el festejo del 8 de marzo como día internacional de la mujer. Margarita Robles de Mendoza, fundadora y organizadora de la Unión de Mujeres Americanas (UMA), con sede en Nueva York, y sus militantes, promovían los derechos políticos para las mujeres, en específico el sufragio. Le enviaron una carta al presidente Cárdenas y a los integrantes del Congreso para exigir el cumplimiento de la ciudadanía política de las mujeres. La representante de la sección de Puebla, dirigida por la profesora Carmen Serrano, solicitó el voto y un decreto en la ley electoral estatal lo otorgó a las poblanas en 1936.

Aunque la demanda del sufragio femenino fue avasallante durante el cardenismo. No se consiguió el resultado esperado. La decisión del Senado en 1937 fue adversa, bajo el siguiente argumento: “en el tiempo actual la mujer mexicana aún no está capacitada para el ejercicio de derechos políticos y por tal motivo se desecha tal petición”. Después de esta decisión las protestas no se hicieron esperar: carteles, manifestaciones, mítines, conferencias y volantes proclamaban:

El Frente Único Pro Derechos de la Mujer recuerda a ustedes que la lucha económica-social en que nos debatimos reclama que nos organicemos, es decir: que seamos miembros de cualquier agrupación feminista; que nos solidaricemos con los principios de dicha agrupación; que aceptemos las obligaciones y propugnemos por los derechos que la agrupación demande.

Por otro lado, el activismo de las mujeres orilló a la postulación de Cuca García y de Soledad Orozco como candidatas a diputadas del PNR por Uruapan, Michoacán, y León, Guanajuato, respectivamente; aunque ganaron, el partido se negó a reconocer sus escaños, alegando las disputas sobre el estatus de ciudadanía política de las mujeres.

Cuca García escribió una carta al general Cárdenas expresándole su desacuerdo por desconocer su triunfo, sin embargo, con esta misiva quería saber si “por necesidad de tu política has dado instrucciones de apoyo a [Rafael] Vaca Solorio y yo entonces trataré de convencerlos de que debo retirarme, aunque tú sabes que para una revolucionaria es muy duro y que no me falta valor y entereza para enfrentarme nuevamente en las elecciones constitucionales”. Al parecer nunca tuvo respuesta de Cárdenas.

Debido a las presiones constantes de las mujeres, en 1938 el presidente Cárdenas se comprometió a presentar al Congreso las reformas necesarias al artículo 34 constitucional, “para que la mujer quede incorporada a la función social y política”. Los trámites en torno al decreto de ley que otorgaba el voto a las mujeres concluyeron el 6 de julio de 1938, pero su publicación en el Diario Oficial no se llevó a cabo. Cárdenas dejó inconcluso el trámite y las mujeres no votarían en una elección federal hasta 1955.

Datos históricos

En Yucatán, en 1923, se registran los primeros antecedentes exitosos de reconocimiento al voto femenino, tanto a nivel municipal como estatal. En 1924 las mujeres en San Luis Potosí obtuvieron el derecho a participar en las elecciones municipales y estatales de 1925, pero este derecho se perdió al año siguiente. En Chiapas fue reconocido el derecho a votar a las mujeres en 1925.

El 12 de febrero de 1947 se publicó en el Diario Oficial de la Federación del Decreto de adición al artículo 115 para permitir a las mujeres la participación como votantes y candidatas: “En las elecciones municipales participarán las mujeres, en igualdad de condición que los varones, con el derecho de votar y ser votadas”.

Sin embargo, fue el 3 de julio de 1955 cuando las mujeres en México sufragaron por primera vez en una elección federal. Lo anterior, derivado de la promesa de campaña que hiciera dos años antes el entonces candidato presidencial Adolfo Ruiz Cortines. El 17 de octubre de 1953, una vez superado el trámite legislativo, el presidente Ruiz Cortines promulgó las reformas constitucionales para que las mexicanas gozaran de la ciudadanía plena.

En las elecciones federales de 1955 ellas acudieron a las urnas a emitir su voto. En esa ocasión se elegía a diputados federales para la XLIII Legislatura. Sin embargo, hasta 1979 México por fin tuvo a la primera gobernadora estatal de Colima, Griselda Álvarez.

El sufragio femenino significó el reconocimiento a la igualdad en la participación política. Las primeras sufragadas fueron Aurora Jiménez de Palacios (4 de julio de 1954, primera diputada federal en la historia de México, por Baja California); María Lavalle Urbina (por Campeche) y Alicia Arellano Tapia (por Sonora), primeras senadoras electas (4 de julio de 1964), y Griselda Álvarez (Colima), primera gobernadora (1979). A partir de entonces ha continuado la lucha de las mujeres por sus derechos a participar en la toma de decisiones del país.

Existen más mujeres que abrieron camino en el ámbito de la política, incluso antes de las reformas político-electorales de 1947 y 1953. Entre ellas:

● Rosa Torre González, electa como la primera regidora en el municipio de Mérida, Yucatán (1923)

●Florinda Lazo León, primera diputada estatal electa en Chiapas (1926)

●Aurora Mesa Andraca, primera presidenta municipal (interina) en Chilpancingo, (1936)

●Martha Aurora Jiménez Quevedo, la primera diputada federal por Baja California, tras comicios extraordinarios en aquella entidad (1954).

Fuente: Las Indispensables. Recuperando la memoria. Inmujeres 2018.


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