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Quieren de vuelta las escuelas de tiempo completo


Juventina Bahena

En un ambiente familiar y escolar, los niños requieren de certezas para lograr una formación que les dé seguridad y confianza. La desaparición del programa Escuelas de Tiempo Completo generó incertidumbre, desánimo y estrés entre madres de familia que trabajan.

La Cámara de Diputados, mediante la Comisión de Educación, que preside la diputada Flora Tania Cruz Santos (Morena), abrió sus puertas a niñas, niños, padres y maestros para escuchar sus inquietudes y disipar cualquier duda ante esta decisión de las autoridades educativas que los afecta directamente.

El diagnóstico del problema también es una certeza y éste fue elaborado por la Secretaría de Educación Pública (SEP): Se atendían 27 mil escuelas, aproximadamente, bajo ese esquema, de las cuales solamente 4.8 por ciento se encontraba en zonas marginadas; del total de estos planteles 50 por ciento incluían alimentos. Por esa razón desapareció el programa, pero sus beneficios migran a la Escuela es Nuestra, que en 2023 llegará a 113 mil planteles con tiempo extendido y comedor, según el anuncio hecho por la diputada Cruz Santos.

Desde la tribuna del Salón Verde, niñas, niños y sus padres contaron sus experiencias de lo que el programa les brindó tanto en un mejor aprendizaje, como en arte y cultura.

Los más pequeños tuvieron que subir a un banco para alcanzar el micrófono en el podio. Unos con voz tímida, otras con decisión, pero todos coincidieron en una cosa: quieren de regreso su escuela de tiempo completo, porque en esas horas después de sus clases regulares, tienen inglés, deportes, computación, ajedrez, hacen su tarea y socializan con sus amigas, amigos, compañeros y, algo muy importante, pasan al comedor donde han aprendido que una sana alimentación se obtiene del plato de El buen comer y así lo piden en casa.

No están de ociosos frente a la tele o el celular

La primera en subir a tribuna fue Farah Ivette Hernández Rebollo y su hija Michelle Toriello Hernández. Su mensaje fue que la escuela pública es de la comunidad, “es de nosotros, es de los niños y la educación es un derecho que no les podemos quitar”. El tiempo que están con los maestros no lo pasan en la calle, no están de ociosos, no están frente a la tele o el celular.

Ivonne Lucero Salmerón Pacheco estudió en la misma escuela donde cursa la primaria su hijo. Él lo hacía en un horario de 8 a 16 horas; ella estudiaba de 8.30 a 12.30 y se pregunta ¿Qué hacía mi madre para hacer sus cosas? Las madres solteras tenemos que hacernos cargo del hogar y trabajar; necesitamos lugares donde los niños estudien y nosotras tengamos la oportunidad de desarrollarnos como profesionistas. Mi hijo está seguro en manos de profesionales; hace ejercicio, come sanamente, se divierte, participa, convive con niños de diferentes edades y culturas, que hablan diferentes lenguas. Después de la pandemia, “la escuela de tiempo extendido tiene oportunidad de ponerse al día, cosa que no pueden hacer las escuelas de tiempo regular”.

A su hijo Oscar de la O’Salmerón le gusta todo de la escuela; le gusta el horario extendido porque aprende mucho más y “sirven buena comida: ensaladas, pechuga, taquitos…”

No pueden llevarlos a otros espacios por razones económicas y de seguridad

Brenda Berenice Cota Gastelum y su esposo trabajan. Habla de las múltiples ventajas del programa y regresar al horario de salida de las 12.30 los ha afectado tanto a ellos en su vida laboral, como a sus hijos que ya no realizan todas las actividades. No pueden llevarlos a otros espacios por razones económicas, de seguridad y transporte. Dice que su escuela es un espacio de educación, arte, cultura, deporte, de aprendizaje, convivencia y de relaciones amistosas o sociales, de las que carecieron en tiempos de pandemia.

Su hija Valentina Ramírez Cota dice que les rinde muy bien el tiempo para las clases extra de educación física, artes, inglés, pero ahora “no hay tiempo ni para socializar con nuestros amigos”. Antes había otros talleres, como danza, pero los tuvieron que quitar. Dice que le gustaría que regresaran esas actividades.

Yolanda Islas Millán viene de una zona rural a 10 minutos de Pachuca. También a las madres solteras se les dificulta recoger a sus hijos a las 12.30. “El horario extendido ayudaba a que los hijos estén resguardados en la escuela, no en la calle, ya que con toda la violencia que hay, los más vulnerables son los niños. El comedor era importante porque muchos niños carecían del alimento a la hora del desayuno y no tienen el mismo aprendizaje que los demás”.

Miguel Ángel Sánchez Islas es su hijo y habló de las carencias de su escuela. “Me gusta que podemos platicar entre amigos…”

Juan Carlos Salguero Melo se refirió al apoyo que significó dejar a sus hijos a las siete de la mañana con un desayuno ligero y recogerlos a las cuatro para cumplir con sus horarios de trabajo. Mencionó cómo implementaron los talleres de ajedrez, música, danza, razonamiento matemático, computación, deportes. Dijo con orgullo que su hijo mayor obtuvo el 15° lugar en un concurso nacional de ajedrez en su categoría; apenas tenía dos años llevando el programa de ajedrez.

También su hijo Kaled Salguero Contreras se refirió a los alumnos que obtuvieron los primeros lugares en concursos de conocimientos, ajedrez, deportes y danza. “Me gustaría que mi escuela regresara al tiempo completo para aprender más y ser profesionistas”.

Noemí González Cárdenas va más allá al señalar que la escuela atendía las necesidades nutricionales de la población infantil, que eran identificadas por las nutriólogas, quienes se encargaban de diseñar los menús, además de ofrecer a las familias orientación, recomendaciones y sugerencias para mejorar hábitos alimenticios. “En varias ocasiones me enseñaron a aprovechar los productos de la comunidad y economizar con insumos de la temporada, es decir, no solamente los alumnos se vieron beneficiados con estas escuelas sino la comunidad en general y es la comunidad la más afectada”.

La escuela siempre es de tiempo completo

Diana Laura Beristaín Méndez viene de la comunidad de Rancho Los Marías, ubicada en el Triángulo Rojo. Prefiere que los niños estén en la escuela el mayor tiempo posible, por la inseguridad que prevalece. Su hija, Alisson Marín Beristaín, dice que le gustaría regresar a las actividades y que abrieran el comedor.

Sergio Armando Rodríguez indica que sus maestros no únicamente le han facilitado el conocimiento en esas 8 horas diarias, sino la reafirmación de valores, “de esos que dicen que se forman en casa pero que se ratifican en el aula, el maestro enseña y también educa”. Manifestó su sorpresa de que se recibieran recursos para aquellas actividades en las que han contribuido de manera solidaria “con aportaciones económicas, arreglando la escuela, limpiando los baños, pegando tabiques junto con los maestros”. Los niños, dijo, no sólo merecen un espacio de enseñanza, merecen un espacio de vida que trascienda una visión productivista, un espacio vital donde todas sus capacidades se desarrollen. La escuela siempre es de tiempo completo, lo supimos en estos dos años de pandemia, la escuela nunca se cierra.

A Ana Sofía Rodríguez Arvizo le gustaría que hubiera talleres como jardinería computación, artes, educación física, música. “Me encanta la comida y la cocinera es muy amable. Les permite a mis padres que trabajan no estar estresados por pensar en quién va por mí o por mi hermano”.

No usamos la escuela de guardería

Juanita de la Barrera Rosales también se refirió a la inseguridad: “Prefiero tener a mis hijas en un lugar seguro, que es la escuela, donde se la pasan ocho horas que no están conmigo. Soy profesionista y necesito trabajar para que mis hijas tengan una buena formación y sean personas de bien para la sociedad. No somos mamás que usamos la escuela de guardería, somos familias que en conjunto con la escuela reactivamos la economía del país y que hoy más que nunca necesitamos la reparación del rezago académico en esta terrible pandemia”.

Ana Zayetzi Cervantes de la Barrera: “Teníamos comedor donde nos daban comida sana; nos daban computación y nos ponían juegos interactivos”.

Luz María Xóchitl Morales Juárez: “Nuestra escuela daba educación física, artes, ciencias, todos los salones tienen computadora y proyector. Estamos preocupados por el rezago escolar que dejó la pandemia porque muchos niños no contaban con una computadora y cuando había tres hijos era imposible comprar un teléfono para cada uno. Con el tiempo completo podríamos avanzar mucho más. Además, estando ahí se alejan de la delincuencia, el robo, las drogas, de las malas compañías. Me gustaría que abrieran más escuelas de tiempo completo”. La acompañaban su hija Luna Mercedes López Morales y Daniel Tonatiuh Mera Morales: Me gusta la escuela, me gustaría que hubiera pizza en el comedor; también me gustaría aprender robótica y computación.

Erika Hernández Montes viene de una comunidad entre Jiutepec y Tepoztlán, Morelos, dice que muchas mamás no saben leer y escribir y las maestras les enseñaban, “ahora no hay tiempo”. Ahora se ve mucha deficiencia y si muchas mamás no saben leer ni escribir, ¿cómo les enseñan? Con la alimentación en la escuela los niños estaban más altos y más fuertes. con el juego aprenden reglas, a convivir, a socializar con los de sexto, con los de primero y se enseñan a leer unos a otros. En su comunidad no hay parque y su único esparcimiento es el recreo en la escuela.

A su hija Sophia Robles Hernández le gustan las clases de artes visuales porque se divierte mucho dibujando.

Anastasia Matías Roque, acompañada de su hijo Gerardo Rafael Carrasco Sánchez; Jorge Armando Sánchez Rodríguez y su hija Frida Sofía Sánchez Salazar; Giovani Luján Anaya junto con su hija Jade Avelín Luján y Mayra Hernández González y su hija Yamilet Sánchez Hernández se sumaron a los mensajes de apoyo a las escuelas de tiempo completo.

Finalmente, la diputada Cruz Santos, coordinadora de la Mesa de Trabajo, agregó que el Foro permitió un intercambio de ideas para conocer la opinión de los protagonistas de la educación en México y enfatizó que este acercamiento “nos brinda la oportunidad de comunicar frente a frente con la comunidad educativa, y hoy especialmente con los beneficiarios finales del programa”. Esta actividad, dijo por último, “es para enriquecernos, para saber cómo podemos mejorar este tránsito que se está haciendo del Programa Escuelas de Tiempo Completo al programa La Escuela es Nuestra”.


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