“Alguien lanzó cuatro luces de bengala de color verde, como señal, y varios centenares de agentes de las distintas policías, con las pistolas en la mano, gritaron: ¡alto, aquí nadie se mueve!; se escucharon disparos y así se produjo el gran escándalo, entrando el ejército por la Secretaría de Relaciones Exteriores; se llevaron a cabo 40 detenciones en el edificio Chihuahua, varios del Consejo Nacional de Huelga, en esta forma se suscitó el gran escándalo”. Relata un informe del Departamento de Inspección de la Secretaría de Gobernación, del 3 de octubre de 1968, resguardado por el Archivo General de la Nación.
En la Cámara de Diputados se aparcaron los disensos. Legisladoras y legisladores se deleitaron en la belleza de la estética, legado de un revolucionario del arte de la cerámica, Jorge Wilmot, quien insufló nuevas expresiones a la alfarería.
El proceso independentista es “uno de los objetos de estudio predilectos y más prolíficos de la historiografía mexicana y mexicanista. Por fundacional, por polémica, por emblemática, por socorrida y hasta por inducida, la historiografía del proceso independentista mexicano permite, como pocas, evaluar impulsos y cadencias de interpretaciones, intereses y contextos”, asegura el investigador Rodrigo Moreno Gutiérrez, especialista de la UNAM, en su artículo Revolución de Independencia.
El curso “Derechos de los pueblos indígenas en México: del indigenismo a la política pluricultural” reflexionó respecto de la importancia de garantizar los derechos de las comunidades originarias, lo que requiere incorporar un nuevo constitucionalismo en el marco de un Estado pluricultural, cimentado en los principios de plurinacionalidad, interculturalidad y demodiversidad.