Tiempo de realidades

Creo no ser el único en preguntarme si no es ya el tiempo de pasar de las palabras a la acción. Espero equivocarme, pero parecería que nos encontramos desde el 2018 en proceso de elecciones presidenciales e inicios de un periodo económico de buenas intenciones, pero de nulas acciones concretas.

Estamos entrando en los tiempos de planes para esto, planes para lo otro; discursos por aquí y por allá; todos los días por la mañana escuchamos discursos demagógicos y populistas, pero nada se resuelve. Aquellos que nada o poco tienen que ver con la planeación política, enfrentan, en cambio, esa sensación de angustia que nace de la desconfianza. Estamos en una larga cadena de bonitos discursos para una campaña de elección del jefe del Ejecutivo, pero cuando se trata de hacer, es nada efectivo.

Cada día estamos menos dispuestos a que se insista en creerle al Estado. El Estado ya no juega el papel de exigir credibilidad, sino demostrar que aún le queda, por lo menos, uno por ciento de ella.

¿Por qué insistir en negar que estamos mal? ¿Por qué excusarse de tener datos diferentes a la realidad? ¿Por qué no decir simple y llanamente que, de seguir así, “nuestra enfermedad” como país se convertiría en progresiva y mortal?

Ya no podemos continuar viviendo de mitos. Es el momento en que se necesita, iniciando por los miembros del gobierno y los legisladores, tomar una serie de decisiones dolorosas en su mayoría, pero indispensables si queremos salir de este periodo crítico en el que estamos.

Necesitamos honestidad real, no la que se promulga desde arriba. Pienso que sería preferible para todos que se nos dijese la verdad, por dura que esta pueda ser, a que se nos trate como idiotas o niños a quienes hay que ocultar la verdad porque es demasiado cruda.

Necesitamos honestidad en el manejo del gasto público, aunque hemos avanzado bastante con la creación de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública, queremos que se rindan cuentas claras en el momento preciso; no puede existir un presidente que oculte las cuentas ubicando a sus proyectos como de “Seguridad Nacional”.

Es importante también que todo funcionario público rinda cuentas conforme a la ley, que todo servidor deshonesto, por influyente que sea, debería ser destituido y consignado penalmente.

Tiempo de realidades. ¡Olvidémonos del pasado! Dicen que todo tiempo pasado fue mejor, es posible, pero vivimos en el ahora en un momento en el que hay que actuar. Se habla mucho del Plan Nacional de Desarrollo. Seguimos esperando que esas “bonitas palabras” se vuelvan acciones reales, o ¿es un plan para el siguiente sexenio? Recordemos que nos queda poco más de 2 años de este gobierno.

Soñar es fácil: que México vuelva a ser el país romántico de los años cincuenta, donde todo era bonanza, donde tan sólo por creer en la Virgen de Guadalupe y en el triunfo de algún equipo deportivo hacía felices a chicos y grandes. Eso se acabó. Ahora tenemos realidades nada agradables en qué pensar: el precio del litro de gasolina ha subido de manera exagerada, los servicios de salud son ineficientes, no hay trabajo y muchos siguen sosteniendo el lujo y la opulencia de muy pocos.

Me pregunto por qué no reaccionamos, por qué seguimos permitiendo situaciones en las cuales se nos suprime como seres humanos. Y en una gran mayoría de los casos no encuentro respuesta.

¿Será que hemos perdido nuestra identidad, nuestra esencia como personas y como mexicanos? ¿Hemos perdido o confundido el contacto entre el pueblo y el gobierno y lloramos porque este último no nos representa? De ser así, ¿por qué seguimos igual, por qué nos negamos a cambiar, por qué no protestamos y realmente hacemos algo por nosotros y por nuestro país?

Tiempo de realidades y de respuestas. Ya no es el momento de preguntarse el por qué estamos en esta situación, sino el de actuar para lograr una sociedad en la que el ser humano se sienta confiado y dispuesto a seguir adelante.

Maikel Ansted Hoffmann

Twitter: @AnstedM

Instagram: @maikelanstedmx 

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