Si uno buscara cual es el sentimiento que más se ha extendido en el mundo en los últimos años, es probable que el miedo sea la respuesta. Nuestras sociedades han transitado del optimismo desbordante de los años 90 a la sombría época reciente. Con la caída del bloque soviético vino un auge de la economía basada en preceptos neoliberales, a la par que muchos países experimentaban por primera vez en décadas los privilegios de la libertad en todos sus aspectos: políticos, económicos y sociales. La globalización era la autopista que nos llevaría directamente el progreso social y al desarrollo económico.
A principios de agosto, nuestros whastapps fueron asaltados por un ejército de memes sobre el Sonora Grill de manera intempestiva. Durante un par de días, familiares y amigos se encargaron de circular profusamente ingeniosos memes en sus grupos con el propósito de compartir el humor negro y el sarcasmo de cada uno. ¿Cómo inició?, ¿quién elaboró los memes?, ¿tuvieron algún propósito?, ¿cuál fue?, ¿lograron lo que buscaban?, ¿qué fue?, ¿tuvieron consecuencias?, ¿cuáles? Es difícil saber con certeza las respuestas a estas preguntas, pero nada impide armar un rompecabezas para tratar de entender la lógica de este tipo de fenómenos comunicativos de nuestro tiempo.
Han transcurrido poco más de tres años de la entrada en vigor de la Reforma Laboral que modificó 569 artículos en su mayoría pertenecientes a Ley Federal del Trabajo. Entre otras cosas la implementación de la nueva regulación laboral se ha convertido en un caso emblemático de la democratización en la vida sindical.
Gustavo Petro, el nuevo presidente de Colombia, planteó una reforma fiscal que busca recaudar poco menos que el 2% del PIB de ese país. Es interesante cómo la reforma tributaria se presenta como parte de un programa que tiene como meta reducir la desigualdad. Es decir, tanto el ingreso, como el gasto que se pueda financiar del mismo sea progresivo, ya que el dinero adicional servirá para pagar por nuevos programas sociales, salud y educación. En general, en los países de América Latina, los indicadores de desigualdad no mejoran después de los impuestos y los gastos con respecto a las naciones más desarrolladas