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Un periodismo sin perspectiva de género no es periodismo: Luciana Wainer


Juan José Graham

Juan José Graham entrevista en, Cambiemos el formato, a la académica y experta en de medios de comunicación, Luciana Wainer, quien pone sobre la mesa la desigualdad de la mujer en puestos directivos dentro de los medios de comunicación, que han sido ocupados históricamente por los hombres. Habla también, sobre otro tema fundamental: el acoso sexual hacia las trabajadoras de la comunicación, así como la inequidad en los contenidos expresada por mujeres y su menguada participación y opinión dentro de la política.

JJ: El tema es que queremos hablar contigo sobre la participación de las mujeres en los medios de comunicación: la participación en términos cuantitativos y cualitativos, y los contenidos de estos medios.

LW: En términos de participación de mujeres en medios de comunicación, lo primero que hay que decir es que vamos mejor.  Digamos, no suelo ser una persona positiva, pero finalmente sí hay que reconocer que cada vez somos más las mujeres que estamos participando activamente en los medios. Hay un cambio en ese sentido que tenemos que reconocer, pero tenemos que hablar de en qué puestos estamos las mujeres que participamos en medios de comunicación.

JJ: Estoy viendo el Proyecto de monitoreo global de medios, y, en efecto va mejor la situación, pero todavía los porcentajes son muy bajos en términos de participación. Por ejemplo, en la parte de cargos de dirección, a nivel mundial solamente el 27 por ciento es ocupado por mujeres.

LW: Los puestos de toma de decisiones siguen siendo terrenos de hombres. De 140, puestos directivo, en medios, que hay en México, solamente 19 son ocupados por mujeres. Mujeres directivas que estuvieron, en el pasado, al frente de periódico, ho, solo hay una, no solo pocas, ¡una! Hay otro tema difícil de hablar: el acoso sexual que hay dentro de los medios de comunicación. Tenemos a hombres en cargos de puestos directivos que están creando reglas de juego como ellos lo conocen, no quiero satanizar porque finalmente no es desde una mala intención, pues culturalmente han sido así toda la vida, entonces es difícil que dentro de los medios se generen cambios cuando hay pocas mujeres que están en esos lugares para pensar cosas diferentes.

JJ: Sara Macaria, la coordinadora de este estudio, plantea que al final los medios de comunicación son instituciones también y que forman parte del sistema tradicional, patriarcal y, capitalista.

LW: Es que si nos preguntamos ¿y cómo cambiamos esta situación?, pues tenemos que cambiar el mundo ¿no? si no cambiamos la sociedad, la cultura, cómo nos relacionamos entre nosotros, cómo está la regla del juego, la política, todos los ámbitos de la vida, pues ahí recién se va a ver reflejado en los medios.

JJ: A nivel mundial, todavía 69 por ciento es acaparado por hombres, en términos tradicionales me refiero a prensa impresa, escrita, radio, a pesar de que, en televisión, según el estudio, 69 por ciento en televisión de participantes son mujeres. Por otro lado, hacen las famosas mesas de medios de comunicación y, por ejemplo, en la mesa de menstruación, vemos a cuatro hombres opinando.

LW: Eso pasa en muchos medios de comunicación. Lo que dices es fundamental. Por un lado, me parece que también en partes específicas del periodismo es mucho más evidente. Lo vemos en opinión, lo vemos en deportes todavía, porque si bien ya tenemos a mujeres que conducen deportes ¿cuántas narran? Marion Reimers ¿no? Es difícil encontrar mujeres que estén activamente, y no porque no lo sepan hacer, sino porque no están esos espacios abiertos para ellas.
Con respecto a las mesas de debate. Sí, se dice: hablemos de menstruación, y hay cuatro hombres y una mujer. Pero no sólo pasa en temas relacionados con la mujer, porque sí lo vemos cuando es una mesa de menstruación, cuando es una mesa de interrupción del embarazo, cuando es una mesa de lactancia, pero en una mesa de seguridad es exactamente lo mismo ¿no? Porque la seguridad, la salud, nos atañe a todos. ¿Qué periodismo estamos haciendo, dejando a la mitad de la población fuera de la discusión?

JJ: Sí, pasa cuando hay una gran mesa de debate, en un programa de un medio muy importante, donde acudirán secretarios de Estado, y solamente hay una mujer. Se tocarán temas de la situación económica, política, social del país, no puede ser que sean ocho personas participando en esa mesa, y siete sean hombres.

LW: Sí, siempre. En esa y en todas. Hay que decirlo. Hay esfuerzos como, “Opinión 51”, de mujeres que están posicionándose activamente. Normalmente a las mujeres sólo se les llama para temas de mujeres, si hablamos de violencia de género, si hablamos de interrupción del embarazo. Tenemos una inercia horrible donde, hay que ser sinceros, la gente que aparece en los medios suele ser, normalmente, la misma la que va a opinar y son hombres. Es un círculo desvirtuoso.

JJ: Según este estudio solamente una de cada cuatro personas que escriben, hablan o comunican a través de los medios es mujer. Entonces ahí tenemos también el problema del tema del contenido.

LW: ¡Fundamental! El tema del contenido me parece que es la base, porque finalmente estamos haciendo periodismo sin perspectiva de género y un periodismo sin perspectiva de género no es periodismo, punto.

JJ: Porque es la otra mitad de la población…

LW: ¡Exacto! Quizá sea una actividad nueva a la que debamos ponerle un nombre nuevo, pero finalmente si estamos dejando fuera a la mitad, a más de la mitad de la población, es brutal. Yo creo que ahí hay que hacer un trabajo muy grande. Decíamos, no hay protocolos para casos de acoso sexual dentro de los medios. Tampoco hay manuales, ni protocolos sobre perspectiva de género para la gente que está haciendo las noticias. Y no porque haya falta de interés, sino porque muchas veces hay una inercia que nos arrastra de décadas y décadas de decir lo mismo, de la misma manera. ¿Estamos contando toda la historia o solo estamos contando la historia que nosotros queremos contar, que nosotros estamos acostumbrados a contar, desde nuestro sesgo masculino, patriarcal? Es bien difícil de romper.

JJ: En las noticias, el 46 por ciento, alimentan estos estereotipos de género. Entonces, si dices que casi la mitad del contenido que se está publicando alimenta los estereotipos, pues se vuelve un círculo vicioso, porque cómo vamos a cambiar lo que sucede en los medios si el mismo contenido no te está ayudando a cambiar la realidad del propio medio.

LW: Yo siempre pongo el ejemplo de la marcha feminista. Podemos contar la misma historia de varias maneras, y que todas tienen que ver con los hechos. Podemos decir: vandalizaron y rompieron y escribieron en las paredes y llegaron a no sé dónde. También podemos decir: escribieron en la pared el nombre de una niña que violaron a los 10 años. Es el mismo hecho, pero tenemos que hacernos conscientes de que nos estamos parando desde un lugar. Entonces, decir vandalizaron no es ser objetivo.

JJ: Es la forma en la que cuentas la misma historia, que al final es machista la forma en que se cuenta.

LW: Efectivamente. Entonces, ¿cuánto nos falta de trabajar en las redacciones, de trabajar en nosotros, de trabajar con nuestros pares, con nuestros directores y con los redactores sobre perspectiva de género? De 2015 a 2020 hemos empeorado en la cantidad de fuentes de mujeres, tres puntos porcentuales.  Es muchísimo.

JJ: Considerando lo poco que se había logrado avanzar en los últimos años, entonces.

LW: Sí, y no es de México, y eso también es interesante. Leía que, por ejemplo, en Argentina las mujeres que habían sido consultadas por el tema COVID como expertas, como consejeras, son menos del 20 por ciento en los medios de comunicación. Entonces es global. Ahí es donde digo que no es una cosa de los medios, es una cosa de la sociedad. Mientras la sociedad no cambie, los medios difícilmente van a cambiar.

JJ: En México, las fuentes del tema pandemia, del tema COVID, han sido los médicos hombres.

LW: Puros médicos hombres, en efecto. Y así con esos temas que te digo que no son tan evidentemente, donde dices: oye, sí tenemos que buscar a una mujer. O sea, el tema salud, el tema seguridad, el tema vehicular o narcotráfico. Todo ese tipo de temas siguen siendo casi un terreno de hombres.

JJ: Sí, para que no acabe siendo meme o un tema viral nada más. Ese mismo medio bloqueándose sin creer que es necesario hacerlo.

LW: Creo que la humildad en este momento es fundamental. Hay gente que realmente no se da cuenta, no piensa que sea necesario. En ese sentido hay que escuchar, acción que los hombres han hecho muy poco. Decir: no lo entiendo, pero me voy a callar y lo voy a escuchar hasta que le entienda. Porque si hay un movimiento global como el que estamos viviendo, no es una moda, no es un capricho, no es una rebeldía. Son años de opresión que están empezando a desquebrajarse. Y, definitivamente, duele perder los privilegios porque se vuelven invisibles.

JJ: Te impacta como si estuvieras escuchando sobre el tema, todo el tiempo, pero no es cierto.

LW: ¡Exacto! ¿cuánto escuchamos de seguridad? Todos los días. ¿Cuánto escuchamos de tráfico, de clima, de no sé, política?

JJ: Sí. Empezamos todas las mañanas hablando de política. Sobre todo, en este sexenio que ha sido esa una gran diferencia en términos de medios de comunicación.
Es interesante: el día que el presidente puso su lista de los opinadores que estaban en contra de él o una cosa así, ¿cuántas eran mujeres? Muy pocas, muy pocas.

JJ: ¿Qué se puede hacer para empezar a resolver esta situación y aumentar esos porcentajes?

LW: Tirar el patriarcado. ¡Ja! No, creo que el cambio real se hace con un cambio en la sociedad, en el mundo, en la política, en todo. Hablar del tema es importante, los puestos de toma de decisión que no son mujeres, que ya lo dijimos, pero que empiecen a tener acciones positivas, conscientes. Que en los medios se armen protocolos de seguridad y empecemos a darnos cuenta de nuestro sesgo histórico.
Cuando son situaciones que vienen de tantos años atrás, de un ejercicio social que está instaurado, no nos damos cuenta. Es nuestra normalidad, hay que hacer que esa normalidad nos ponga incómodos.


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