Es algo desalentador cuando una tragedia es ofuscada en aras de una ideología; es algo que nos orilla a preguntarnos no solamente si estamos acercándonos peligrosamente a perder nuestra humanidad como sociedad, sino a preguntarnos sobre ese mismo resultado: ¿no la habremos ya perdido? Porque la empatía ha dejado de ser el parámetro para medir la tragedia humana y ha dado lugar al interés, interés que por naturaleza es desalmado y ecpático.
En México viven 31 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años de edad, que representan el 31% del total del padrón electoral en el país. Sin embargo, solo el 17% participó democráticamente en las elecciones del 2021.
La deuda pública ha sido un tema de discusión relevante dentro de la discusión política de las naciones. Sin embargo, tras el termino del periodo más crudo de la Pandemia de Coronavirus (2020 – 2021) y sus consecuencias económicas, la importancia del tema ha resurgido a nivel global.
Las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocidas como COP, han sido desde su primera edición en 1995 el evento de encuentro predilecto para la oligarquía diplomática dedicada a revertir la constante decadencia medioambiental. A estas reuniones se ha sumado la colaboración de nuestro país, que como bandera de la megadiversidad y agente clave en la fuerza industrial global mantiene parte de la responsabilidad en el cuidado del planeta que cohabita.