El 15 de abril, Día Mundial del Arte, surge un debate entre innovación y tradición: ¿es arte lo creado con IA? La discusión crece con la postura crítica de Hayao Miyazaki, defensor del arte humano y su sensibilidad única.
“¿Y tú, quieres asaltar el cielo?”, pregunta una metáfora acuñada por Friedrich Hölderin, en su poética novela Hiperión. Los apologistas del amor dicen que es la fuerza ideal para lograr el asalto al cielo. “El hombre, cuando ama, es un sol que todo lo ve y todo lo transfigura", apostilla este poeta apoteosis de la cultura alemana. Ni ríos, ni mares, ni océanos apagan la llama del amor. Es perenne su vigencia en todas las civilizaciones. La importancia del amor como fenómeno cultural es indiscutible. A tal punto que momentos estelares de la humanidad pueden ser narrados a través de él. Inagotable fuente de inspiración creativa en el arte: pintura, escultura, literatura, música, cine, teatro; disciplinas estéticas que beben de estas aguas donde navegan parejas inmortales que siguen hechizando.
Entre los múltiples desafíos sociales, económicos y políticos que enfrenta México, se vuelve cada vez más apremiante abrir espacios para que la juventud participe activamente en la vida pública del país. Hoy más que nunca, el relevo generacional no es una opción, sino una necesidad urgente para garantizar un futuro justo, inclusivo y comprometido con las causas sociales.
Ani (diminutivo de Anora) es una joven prostituta que trabaja en un club nocturno en Nueva York. Un día, tiene como cliente a Vanya, un jovencito ruso (más bien un niño, en todo menos en la edad legal de sus 21 años) que se va prendando de ella de encuentro en encuentro, hasta el punto de pedirle casarse con ella en Las Vegas. El problema es que Vanya es hijo de un poderoso oligarca ruso que, al enterarse de la ocurrencia de su hijo, decide enviar a sus hombres a arreglar el entuerto.